The past is a foreign country. They do things differently there.

miércoles, julio 30

Artemisa Pimpante (o la alegre viajera) parte dos

Yo le explicaba (a gritos) que eso era lo que quería, pero el hombrecillo sólo me regañaba (a gritos). Me desesperé tanto que salté… y comprobé que era sólo dos metros los que me separaban del piso… y como la torre tenía forma cónica, pude saltar a la vertical y correr torre abajo hasta el piso, saltando en el camino una cabeza de serpiente. Llegué junto al guía-poli (su gafete había vuelto a cambiar de palabra) y traté de explicar lo inexplicable: cómo había llegado a la punta de la torre (alta al principio, chaparra después). Le hablé de mi vuelo, de la hoja que comí mientras caminábamos por las calles estrechas por donde no caminaba nadie más que nosotros (los turistas desaparecieron hacía ya un rato). El me hablaba tranquilo, pero no puedo recordar sus palabras (sólo su tranquilidad). Tenía la impresión de que me guiaba por lugares donde no iban los turistas… y todo tomaba un aspecto cada vez más antiguo. Me dijo: -te voy a llevar a un lugar a dónde no van los turistas- (lo sabía!, pensé). Y tras doblar en una esquina de piedra naranja, me encontré frente a un mar revuelto bajo un cielo revuelto que amenazaba con llover. Gaviotas algo violentas volaban sobre nosotros mientras hablaban entre ellas en su idioma (supuse que era su idioma, nadie más [ni el guia-poli ni yo] las podía entender). En el suelo, que era la orilla, había gaviotas-paloma moribundas que pedían ayuda (no se si era eso lo que decían, me dio esa impresión porque extendían su alita hacia arriba y hablaban bajito)… no sabía si se atacaban entre ellas o el mar revuelto las había golpeado y arrojado al suelo-orilla. Había dos mujeres vestidas como típico ballenero (no es que haya visto uno, pero en las películas traen botas de hule y gruesos abrigos de tela gruesa… y de apariencia rasposa, con un sombrero tipo paraguas que cae hacia abajo y sólo mantiene arriba la parte de enfrente [como si el peso de la lluvia le ganara y la fuerza del viento le pegara por adelante aplastándolo contra la frente]). Levantando su voz sobre el escándalo de las gaviotas, me decían que ese lugar era una reserva para ese tipo de ave, que no existía en otro lugar, y que tuviera cuidado porque eran peligrosas. Pase con cuidado, esquivando los cuerpos con alitas hacia arriba y tratando de recordar si había estado ahí antes (tenía la impresión de haber estado ahí antes). Di la vuelta a la esquina y me encontré de nuevo en la ciudad anaranjada bajo un cielo azul cielo. El guía estaba aún conmigo, pero ahora de alguna forma se había convertido en Doña Encarnación, mi mamá (sin ropa de guía, ni gafete de guía, ni gorra de poli). Ella me explicaba que en esa ciudad el arte se reciclaba, es decir, si una obra de arte por algún motivo se dañaba, se reutilizaba para crear otra que expresara algo totalmente distinto. Caminábamos por las calles en donde se reciclaba el arte, admirando obras creadas a partir de restos de otras obras. Yo reflexionaba sobre eso y trataba de encontrar alguna metáfora oculta que pudiera acercar lo que veía a una aplicación práctica para engrandecer mi espíritu. Cerré los ojos y desperté.

martes, julio 29

Variaciones de un error de julio

Cuando Mery me dio Reiki (y algo muy interesante llamado Magnified Healing) me comentó que vendrían muchos cambios… mmm… -MÁS!!!!!- pensé. Y sí. Hizo falta sólo un fin de semana para que los cambios se hicieran presentes (que bueno, finalmente todo está cambiando todo el tiempo, esa es la única constante de mi vida…). Fermín dejó de trabajar con nosotros en Baba Cool. No me corresponde comentar los detalles. Fue un error inocente de su parte y una decisión demasiado drástica del dueño. Pero bueno, creo que siempre lo que sucede es para salvarte la vida, así que qué bueno que le salvaron la vida a Fermín y ahora se abre una ventana para encontrar algo mejor. Me dí cuenta que el polo opuesto de la inocencia es la malicia, y que cualquiera de los extremos recibe el mismo castigo. Tengo que desarrollar un poco de malicia para acercarme al medio.
Pues con la novedad de que, en teoría, soy la encargada del Baba Cool. Ahora, además de trabajar mucho, me toca ordenar un poco (ordenar de poner orden y de dar ordenes también) (con lo que me gusta a mí dar ordenes y ordenar!!!!) (sí, soy como Mónica de Friends, tal cual). Por lo cual cambia mi horario (otra vez. Ya van tres…) y ahora me toca trabajar todos los días de cinco al cierre. Tengo mis propias llaves del local y buena idea de cómo funciona todo. No es que tenga poder de ninguna manera, porque el mero mero sigue siendo Pau… digamos que yo me veo como su número dos. Su ayudante. Hasta me consultan para contratar a nuevas personas, y yo les tengo que enseñar… jeje, qué tal? Con mi gran experiencia en la materia, ja. Ahora, puedo asegurarles que no he probado mejor piña colada que la que hago yo, y el domingo probé por primera vez un mojito hecho (con amor) por mis manos (hinchadas) y la verdad es que me quedó bastante bien (el mejor que he probado fue uno de guayaba en Madrid, en un lugar que se llama La Tarasca… muy cabrón…). En teoría ya no me tocaría hacer el trabajo más pesado, pero creo que se predica con el ejemplo y la verdad es que me costaría no hacer de todo. Me terminaría aburriendo. Lo que sí, es que me voy a tomar todo con un poco más de clama porque de verdad que no aguanto... Ahora se me hinchan las manos como guantes de Mickey Mouse. Mis pies van mejor desde que decidí dejar de usar chanclas para trabajar (necesito estar con mis plantillas todo el tiempo).
Extrañé demasiado durante el fin de semana. El domingo se estrenó en México la obra que dejé para venir a la aventura. Cómo hubiera querido estar ahí sentada con todos para ver a Arturo y a Maru en el escenario. Para reírme mucho y tal vez llorar… (la vida apesta) la vida es nuestra (o no se cómo quedó al final) y nos toca decidir. Se puede tener todo, sólo que no al mismo tiempo. Yo decidí. Y aquí estoy, tomando el fresco (del ventilador) en mi cuarto, con la ventana abierta que da al interior del edificio, por donde me llegan todos los olores de cocina. Huele a gambas, a sofrito… Y se me abre el apetito. Voy a hacerme unas quesadillas con chipotle (del puro coraje). Compré ayer ;)

viernes, julio 25

Artemisa Pimpante (o la alegre viajera)

Caminaba por la carretera desierta que bajaba de Santa Fe directamente hasta el Periférico. Traía en las manos la canasta con las hojas secas que alguien me dio (por más que trato no puedo recordar quién fue) y no podía dejar de contemplarlas mientras recordaba como me había suspendido en el aire la última vez que las comí. Estaba en un hotel con varios amigos, pero sólo recuerdo a Elsy. Se veía muy asustada desde arriba. Yo flotaba suavemente sobre el lobby y Elsy me observaba pasmada sin poder articular palabra. No se cuánto tiempo había pasado desde eso, pero ahora estaba yo sola… sola con las hojas secas en mi canasta de palma seca. Había algo más en la canasta, semillas o algo así, pero se suponía que yo sólo debía comer las hojas, así que no podía poner mi atención en nada más. Seguía caminando, con la ilusión de llegar pronto al Periférico y tomar un autobús directo a Teotihuacan. Pero el camino se me hacía demasiado largo y la espera se volvía insoportable. Miraba las hojas. Miraba el camino. Recordaba volar. Entonces en un impulso incontenible de probar lo místico, tomé una pequeña hoja y me la metí a la boca sin permitir que ningún pensamiento se cruzara con mi intención contemplativa. El amargo saturó mi lengua (bueno, la parte que sabe lo amargo) y cerré lo ojos. No se si seguí caminando o me detuve… pero cuando pude abrir los ojos otra vez, entre nubes, descubrí Teotihuacan en toda su magnificencia. Una vista panorámica de una ciudad de hace cientos de años lo llenaba todo. Con edificios de piedra enormes en distintos niveles, pirámides espectaculares (la del Sol y la Luna... pero más espectaculares de lo que las recordaba)… todo de color naranja. Calles estrechas por donde no caminaba nadie. Y yo volaba. No podía pensar en cómo había llegado ahí, ni me había dado cuenta que mis ojos no habían vuelto siquiera a pestañear desde que estaba en el aire, hasta que la fuerza del viento los resecó y sin darme cuenta, los cerré. Al abrirlos de nuevo, me encontré en lo alto de una torre desde donde podía observar toda la ciudad. Estaba pasmada (como Elsy cuando me vio volar). Mientras se me llenaba la vista de belleza, pensaba en la potencia de la hoja que me comí… -debe ser mucho más potente que lo que comí en el hotel- reflexioné. Y todavía me quedaba una canasta llena! Podría tener aún muchas experiencias como esta. Cuando sin pensarlo mire hacia abajo. Estaba demasiado alto y me dio vértigo. Muy asustada (como Elsy cuando me vio volar), agarrada hasta con las uñas de la piedra en la que estaba (que curioso… como Elsy una vez lo estuvo…), buscaba desesperada una forma de bajar al siguiente nivel, que veía demasiado lejos como para saltar (no se, eran como 100 metros, o 20… o cinco…). Abría y cerraba los ojos una y otra vez tratando de activar lo que fuera que me había llevado hasta lo alto para que me llevara a otro sitio, pero no funcionaba. De pronto un grupo de turistas con su respectivo guía pasaban por debajo de mí, recorriendo admirados las calles estrechas por donde (ahora si) caminaban (algunos). Grité. –Ayúdenme por favor-… pero no me escuchaban. La verdad es que no estaba gritando porque me daba pena y, tratando de conservar la calma, sólo lo decía un poco fuerte. Se me quitó la pena (del miedo que tenía) y ahora sí empecé a gritar. –BAJENME DE AQUÍ!!!!!- -AYUDA!!!- y cualquier cantidad de palabras de las que uno usa cuando ya no sabe como pedir ayuda, tipo: auxilio, socorro, y así… Los turistas me veían con cara de: por qué grita? o what the hell means “socorro”?. Entonces el guía, un viejito con gorra de poli y un gafete que decía “guía” (que cambiaba de palabra cada vez que yo lo leía, pero me quedé con la primera palabra que leí) me empezó a regañar y a decirme que me bajara de ahí…

つづく

lunes, julio 21

Sin perdón

Hoy no fue un buen día… y sí. Paradoja. Aprendí (entre otras cosas) que todo tiene siempre dos puntos de vista: el absoluto y el relativo, y que siempre son verdaderos los dos aunque a veces parezcan mutuamente excluyentes. Pero bueno, volviendo a mi mal día… estoy enferma de la garganta. Manejo una tesitura vocal que me da envidia a mí misma. Puedo alcanzar notas que mi voz de flauta es incapaz de reproducir normalmente, tanto graves como agudas… de verdad… hasta puedo hacer ese sonido que hace Maru, cuando le salen dos voces a la vez, una grabe y una muy aguda, como un silbido (acreditada como la legitima voz de demonio). Mi incapacidad de cantar (mas que canciones grabes… que no me se ninguna ya que nunca me tomé la molestia de aprender algo que no soy capaz de cantar… [pero que en estados como este vendría bien tener una a la mano]), el ardor gargantoso, el dolor de cabeza y situaciones laborales de las que no voy a comentar en este blog lleno de armonía, han hecho de éste un domingo perenne. Y pasa lo de siempre… llevamos horas picándonos los ojos y justo media hora antes de cerrar se deja venir la marabunta despistada que no sabe que cerramos a las 12. Entonces prácticamente hay que echar a la gente de la terraza. Llega una chavita inglesa y su convoy de amig@s con toda la disposición de tomar asiento y echarse una copa… cuando yo, muy atenta (y algo fastidiada, haciendo gala de mi extraordinaria incapacidad de mentir sin que se me note) le dije: “Sorry. You can’t seat here, I’m sorry. I have to clean de terrace. Sorry” (vaya que me disculpé!) a lo que ella respondió: “Oh!, I’m so sorry. Can we seat on the beach?” “Of couse!”, dije. Ya se iba, cuando voltea y me dice: “There’s no need for you to apologize, I understand completely” y se fue con una sonrisa a la playa con sus cuates... y yo me pasmé… y casi lloro... porque sin darse cuenta me hizo entender algo muy valioso para mí (y porque estoy muy sensible también, lo reconozco). Me he pasado la vida pidiendo perdón. Dando explicaciones excesivas para que los demás entiendan cómo soy por qué, mis motivos para hacer cualquier cosa y disculpándome cuando me siento incomprendida (o sea siempre)… siendo que el perdón se vuelve sobrado cuando al que piensas soltarle la palabra simplemente te comprende… y entiende la situación no por que se la expliques, sino porque… pues… es avispado... Y sólo te comprende completamente alguien que conoce la compasión, que para mí es una mezcla de empatía, respeto y amor (de ese amor que “es”)… y ese es el tipo de persona que yo quiero ser, y el tipo de personas que quiero tener cerca. Personas para las que el perdón sea innecesario. Y sin perdón, mi día se volvió un buen día.

Corazón estrellado

Pocas cosas conozco que puedan comerse por completo, sin dejar rastro alguno de que alguna vez existió en forma “no comida”. Siempre queda la envoltura, el hueso, la cáscara… Mi amigo Andrés Cantisani, guitarrista de Aleks Syntek, vegetariano, tiene por costumbre comer manzanas (como yo) y no dejar nada (no como yo) mas que el tallo del que colgaba del árbol (muy difícil de digerir) cuando era un incipiente manzana verde. A mí en lo personal el centro de las manzanas me daba un poco de asco. Uno, porque tiene una consistencia distinta al resto de la manzana (un tanto crujiente), y b, porque ahí están las semillas y no tienen pinta de saber muy bien (además, cuando era niña pensaba que si me tragaba las semillas de cualquier fruta, ésta podría germinar en mi estómago y en poco tiempo tendría raíces saliendo por las orejas [que ya que lo pienso me parece que sería bastante original… ahora que tratándose de una sandía o algo así…]). El caso es que hace dos días me estaba comiendo una manzana… acto que solía llevar a cabo siempre acompañada de una navaja para ir cortando pedacitos (era la única forma en que mi mamá me podía convencer de comer fruta… hábito que conservo hasta ahora) ya que no me gusta la manzana a mordidas, pero sucedió que olvidé mi navaja en México y en esta ocasión no tuve más remedio que comerla a mordidas. Cuando había terminado con la parte “comestible” de mi roja manzana roja, sucedió, sin haberlo previsto, que mordí el centro crujiente… no sentí nada mas que lo crujiente y el contacto de aquello que no probara nunca en la lengua. Sin juzgar seguí mordiendo, masticando, tragando, hasta que no quedó nada mas que el tallo entre mi pulgar y mi índice derechos (o izquierdos?... bueno, detalle irrelevante…). Ahí sí que sentí… sentí la emoción del que realiza algo nuevo e inesperado, sentí la responsabilidad premiada del que separa la basura en orgánica e inorgánica, sentí lo bien que se siente el no desperdiciar nada… Y es de esta forma que me he convertido en una comedora de estrellas y encontré (son fan de hacer esto… lo que sigue [o sea, sigue leyendo...]) una nueva analogía con las manzanas que aplicar en mi vida. Somos tan zoquetes los seres humanos, que buscamos saborear siempre lo conocido, lo que sabemos que sabe bien, lo dulce… en cuanto el asunto se vuelve “crujiente” (justo llegando al corazón) abortamos la maniobra, nos quedamos con el buen sabor de boca y tiramos los restos (lo que “no sirve”) a la basura (orgánica en el caso de la manzana… mmm… no se en dónde se tiran los restos de las experiencias o vivencias de la vida… pensemos en la inorgánica para no entrar en detalles… y bueno, al final todo se recicla, no?). Tragamos la experiencia y hasta ahí quedó. Pero qué tal se sentiría llegar siempre al final, no dejar nada, encontrar la estrella, tragar las semillas…? Creo que la mayoría nos quedamos a medio camino siempre… y tiramos el corazón a la basura… qué desperdicio de estrellas!

sábado, julio 19

En Luna roja

Una Luna roja y bien redonda salió a saludar cuando al Sol le dio sueño. Poco a poco fue subiendo por el cielo y su color cambiando mientras pintaba un camino amarillo a la ciudad Esmeralda sobre el mar esmeraldo. Yo, como todos los viernes, hasta tarde trabajando (hoy terminamos a las 4!!!!), con las manos de viejita y los pies al doble de su volumen acostumbrado.
Comentaba en otro post que entregamos la cuenta siempre en libros antiguos. Yo, para hacer más interesantes el ejercicio (y complicarme un poco la existencia… un poco más), miro la mesa a la que llevo la cuenta y escojo un libro que me “vibre” para la gente que está ahí sentada. Casi siempre reconocen el título y me hacen algún comentario al respecto, pero hoy sucedió algo curioso. Un hombre muy serio al que le llevé la cuenta en un libro que se llama Amiel (en esta ocasión, el primero que se me atravesó), me preguntó (muy serio) si lo había leído. Apenada le contesté que no y me disculpé. Me dijo (muy serio): “es un ensayo sobre la timidez, sobre los tímidos superiores. Deberías leerlo…”… Me quedé estupefacta (y él muy serio). Sólo contesté: “Si… gracias… perdón... con permiso…”, y fui directo a guardar el libro a mi mochila (aja, me lo robé…). La timidez fue siempre una característica muy mía, o por lo menos así lo consideraba (fue cambiando casi sin darme cuenta), y como voy por la vida viendo (o queriendo ver) señales, pues no puedo dejar de leerlo… a ver qué me quiere comunicar el (la o lo) que me habló a través del hombre reservado de la mesa diez... que tal que va ayudandome a encontrar las baldosas amarillas a mi ciudad verde.

jueves, julio 17

Catalina llena

Mery me dijo que en luna llena tendemos a ponernos sentimentales y externamos con más facilidad nuestras emociones. Hoy he hablado demasiado gracias a Catalina redonda. Me he quejado como la mejor quejicas del planeta y me he conmovido por unos clientes fraceses que me actuaban todo lo que pretendían comunicarme (yo entendía perfecto lo que querían desde que me hablaban en francés [todo mundo me llama para pedirme más o menos lo mismo: una caña, un cenicero, la cuenta…], pero ponía cara de incertidumbre para que me actuaran más, jijiji) y que al final me dieron la propina en la mano… casi nadie hace eso. Me conmuevo tan fácilmente y me siento (del verbo ofender) de igual forma… Trato de mantenerme centrada en mi autovaloración y no en lo que viene de afuera, pero siempre me gana la emoción… muy chafa eso… tengo corazón de pollo y por cualquier cosa se me llenan los ojos de suspiros...

miércoles, julio 16

A dos metros de altura...

... se duerme bien. Sobre todo si la ventana queda por debajo del colchón (así el sol no te despierta temprano). Tres horas nos tomó armar la cama que convirtió a mi cuarto sin chiste en un ejemplo de maximización de espacios, en donde puedo tener tres espacios en uno: cuarto, estudio y capilla. Todos con una separación perfectamente clara. Antes ya habíamos (o mas bien, Pau había… mi función fue meramente la de apoyo moral) pintado la habitación (maldición! empiezo a hablar como ellos…)… perdón, el cuarto. Y blanco espuma de capuchino (como las nubes de Barcelona) quedó. Falta arreglar algunos detalles, como pedazos de papel tapiz que se están cayendo, cambiar la lámpara… mínimas cuestiones que no merman ni un poquito el agradecimiento tan enorme que tengo al tener una habitación (mierda!)… un cuarto tan enorme. Pau es un ángel, como los ángeles que se quedaron en México resguardando mi capilla. Se emociona cada vez que hace algo por mí. Ayer que comprábamos (compraba él, yo en mi función…) la pintura parecía un niño, brincaba de alegría por el trabajal que nos esperaba, je… y yo reía… tratando de emocionarme también. Vivo con un niño atrapado en un cuerpo de grande…
Entre las cosas bizarras que suceden en mi vida (Dios mío, qué vida tan bizarra he tenido…) pasa que cada miércoles viene Mary ("Meri" pa' los cuates) a limpiar el departamento. Meri es argentina (pa' variar) y es un amor (pa' variar). Cómo será de sabio el Universo que Meri es Master Reki… y todo lo parecido a eso… vamos, Iluminati hasta allá. Me dijo que hasta había limpiado energéticamente mi cuarto cuando yo llegué, ja. Hoy nos echamos una buena plática sobre la información que tenemos en común y ya quedamos que la próxima semana me dará Reiki. Qué emoción!
Coincidencias o sincronías… qué importa…! finalmente existen incidentes que salpimientan (bendito sea el Universo) cada día, si lo sabemos ver así.

martes, julio 15

Procesando el pasado

Pasó algo rarísimo ayer que me quedé dormida. Como todas las noches, pongo música relajante (ajá… murmullos del océano o bosques nórdicos) y leo alguna cosa que permita que lo último que pensé antes de dormir fuera algo lindo. De pronto la música me empezó a incomodar y fui bajando el volumen hasta que casi no alcanzaba a escuchar (los murmullos del océano). Utilizando mi método de poner atención en los sonidos para dejar de pensar, empecé a soñar… cosas horribles. Historias que sucedían una tras otra o simultáneamente, donde todos los personajes eran personas de mi pasado muy pasado (tipo compañeras de secundaria o del Tec). No puedo recordar mis pesadillas, sólo vienen imágenes como flashazos (de esas que son tan ambiguas que no puedes describir). Pero lo extraño es que sabía perfecto que estaba soñando y me quería despertar… luchaba desesperadamente por despertar. Entendía en dónde estaba (España, Barcelona, depa de Pau, mi cuarto, mesita del lado derecho… blah blah blah). Trataba de moverme, de gritar para que Pau me despertara… hasta trataba de llamar al perro con la mente, ja. Quería lograr que por lo menos mi brazo se despertara y agarrara una piedra (mi esfera de obsidiana negra [algo muy muy preciado para mí]) que tengo junto a la cama para aventarla contra la puerta y hacer ruido… ya se, suena loco, pero de verdad que estaba desesperada por despertar. De pronto, así de la nada, me desperté… sentí que habían pasado horas… fueron muchos sueños… o uno… no se… pero la música seguía… y el track duraba 20 minutos… o sea que no pasaron más de diez minutos… Me desperté de verdad asustada… y eso no suele pasarme a mí. Últimamente tengo pesadillas casi todas la noches, es algo recurrente en mi vida, pero ya hacía tiempo que no me sucedía tan seguido. No se, he pensado que tal vez estoy procesando y asimilando cosas de mi pasado… dejando ir con amor y gratitud todo lo que mi espíritu melancólico utiliza para jugar con mi mente de vez en cuando, y que para eso tengo que pasar por ahí algunas veces para limpiar bien la herida con merthiolate… aunque arda un poquito (para que no se infecte y se cure más rápido).
Finalmente sucedió lo que me temía: me soplé Indiana Jones doblada al castellano. La verdad es que no dolió tanto como pensaba. Me brincó un poco al principio (la verdad es que me daba risa… logré disimular comiendo palomitas), pero pasados los primeros quince minutos me acostumbré. Me re-en-can-tó... no hay más que decir. Con los miles de peros que pueda tener… aunque hubiera disfrutado mucho escuchar a Cate Blanchett hablar con acento ruso y no el doblaje españolado de acento que no sonaba a ningún lado.
Bueno… intentaré dormir y soñar bonito ahora. Adeu.

lunes, julio 14

Hurto playero (o cero y van dos)

Meditaba (prácticamente dormía) placidamente en la atascada playa de la Barceloneta. Buscando dejar mi mente en blanco, trataba de poner toda mi atención en cada sonido que alcanzaba apercibir. La música en primer plano, el escándalo de unos ingleses bebidos que jugaban futbol, las olas arrojando basura a la playa, las gaviotas que de vez en cuando se sientan en las mesas a merendar con los comensales… Me dejaba caer en un delicioso sueño bajo el sol y su luz tipo “Mundo E” cuando escucho una voz a lo lejos (fuera del sueño pues) que repetía: - Excuse me…-. No sabía exactamente de dónde venía la voz ni si era a mí a quién se refería hasta que alguien me tocó el brazo y desperté violentamente. – Someone took your glasses -… Y yo: - Mande?...Qué?... Who?... What? (your hair is on the floor…? [chiste muy local])-. Uno de los ingleses beodos muy amablemente me indicó que un tipo se había llevado con toda clama mis lentes que también soñaban junto a mí. Me levanté de un salto y corrí como “Terminator” por la playa tras el raptor de gafas que caminaba con toda calma luciendo mis lentes… los llevaba puestos el muy miserable!!!. Lo agarré del brazo y le dije: -Me devuelves mis lentes por favor…- (tan propia yo). El güey se los quita, me los da y sigue caminando… así, todo tranquilo… Un muchacho de la cruz roja (argentino, vecino del Baba Cool) me calentó la cabeza para que lo denunciara con la guardia civil (vecinos de la cruz roja) para que por lo menos el güey no robara más ese día. Y lo hice… denuncié a un italiano por robarme unos lentes que finalmente me devolvió sin mayor resistencia. El miércoles tengo que ir a declarar… jeje… Me parece divertido. Justo cuando las cosas se empiezan a volver rutinarias sucede algo que adereza el día y lo hace diferente.
De regreso a casa, una niña (niña de 22) rumana muy asombrada me preguntaba cómo había podido dejar México si ahí está Televisa... y además vive Thalia (si supiera que no vive en México...). Cuando le dije que yo era actriz y cantante abrió los ojos muy grandes y me dijo que estaba loca por haberme ido. Le expliqué un poco la historia y al final concluyó: -Eres muy valiosa- … o sea: -Eres muy valiente-, por cruzar el océano y dejar todo. Cuando le dije que tenía treinta años ya no le parecí tan valiente, jejeje… pensaba que tenía su edad más o menos, ja… bendita sea.
Estoy leyendo un libro que se llama “Buda”, de Deepak Chopra. Muy interesante, me ha hecho reflexionar muchas cosas. Hoy me quedó muy grabada una frase que decía: “Pensar no te va a liberar”, refiriéndose a la iluminación… o sea que no es el pensamiento, lo que aprenda, o darle mil vueltas a la vida y buscar y luchar y reflexionar lo que me llevará a sea lo que sea que esté buscando. Necesito relajarme en todos sentidos y entender que el sufrimiento es parte de la existencia y nunca va a desparecer. La única forma de vencerlo es la indiferencia… perderle el miedo al sufrimiento… bueno, creo que realmente ese es el camino para vencer cualquier cosa.
Pues así termina una semana más de trabajo. Mañana es mi sábado y dormiré hasta que no pueda más… o los vecinos empiecen con su escándalo matutino (que, por desgracia, suele ser bastante temprano…). Dejo besos y abrazos posteados para repartirlos entre todos. Mua mua mua.

sábado, julio 12

Rutina de viernes

Cinco de la mañana. Voy regresando de un día de trabajo interminable. De doce a cuatro de la tarde sin parar: monta la terraza, limpia las mesas, lava ventanas, barre, sacude, atiende, sirve. De cuatro a ocho: Quezalcóatl (o Lorenzo… o Lorenza si eres de Alemania), mar, siesta y a comer pollo (como todos los días… es lo único que hay para comer en el restaurante). De ocho a doce: nada… parada en la terraza tratando de distinguir si un barco que pasaba a lo lejos navegaba o volaba. Era tan negro el horizonte que pegaba el cielo con el mar… y se volvieron uno. De doce a dos: locura… terraza llena, bar lleno… Andrea corriendo como loca entre las mesas llevando cuanta cosa le pidieran: bebidas, ceniceros, trapo para la limpiar… sonrisa (esa siempre). Y cada vez que traía una orden nueva, Pau haciendo brindis con chupitos de Absinthe… para ese entonces yo hacía oficial que el barco volaba…
Mi pelo, feliz de estar en la playa, anda de un humor casi insoportable. Se riza y se esponja de alegría… ya no se qué hacer, de verdad. Y el fleco… ¡ay! el fleco… imposible alaciarlo ya… parezco emo… a mi edad… El paliacate regresó por unos días, pero estaba totalmente fuera de onda… últimamente lo he dejado andar a su aire… feliz, saludando a todo el mundo jubilosamente. Acepto sugerencias. Mando besos.

lunes, julio 7

Anna y su amante, el mar

Anna llevaba toda la tarde sentada en el mismo lugar. Miraba las olas sin permitir que nada distrajera a sus ojos del azul y del verde, del turquesa que juntos formaban, y del blanco que con su bordado vestía la arena. Un vaso corto (las copas se rompieron todas) de vino tinto constante en su mano besaba sus labios pausadamente mientras las dudas se amontonaban en sus ojos del color de su amante. El tiempo corría lentamente en la playa vacía, techada de nubes que, conmovidas, a penas contenían las lágrimas.
Yo sólo observada el cuadro, esperando que las doce llegaran sin mas demora para tomar el N8 (el Nitbus que me lleva al depa de Pau cuando el metro ya se fue a dormir).
Estaba agachada lavando vasos en la pica (fregadero, lavadero, o como “queráis” [quieran es demasiado formal aquí] llamarle) cuando sin previo aviso tenía a Anna sentada frente a la barra dispuesta (supuse) a pagar. No le salían las palabras, sólo sonreía y miraba con ojos de agua al mar. Pensé que tal vez no hablaba español y le pregunté con señas en espalenglish si quería tomar algo más o había tenido suficiente vino para esa tarde de contemplación marina… sólo contestó: “es hegrmoso el magr…”.
De ahí, no se cómo, me puse a hablar y a filosofar de la vida, haciendo uso de todos mis recursos ideológicos, de mi aprendizaje y desaprendizaje del diario vivir y desvivir. Hablé del México de mis amores. Con un optimismo que no me caracteriza, trataba de frenar sus lágrimas amenazantes que gritaban la añoranza por la vida y la Alemania que dejó atrás hacía diez semanas. Acostumbrada a una vida de lujo, llegó con unas expectativas como una torre altísima a una Barcelona que, irrespetuosa por sus costumbres, se le reveló hippie y desordenada. Quería vivir en la playa, cerca de su amante. Siempre España la llamó y Barcelona se considera actualmente la ciudad más Europea de la península (no se qué carajo significa eso, si todas las ciudades europeas son igualmente europeas porque están en Europa, no?). Parecía la mejor opción, pero…
Lo cierto es que me di cuenta de que todos buscamos lo mismo y nos comportamos igual ante la novedad, no importa la edad, la raza o las costumbres. Esperamos tanto y hacemos una imagen tan real (idealizada mas bien) de nuestro deseo que al darnos cuenta de que era meramente ficción caemos en un shock que nos hunde en la desesperación y la ansiedad de recuperar lo sacrificado por esa ficción que creamos y que no sabe tan bien como esperamos que sabría. Pero… gracias al tiempo (y a Dios), todo es pasajero, y necesariamente llega el momento en que nuestras expectativas bajan a un plano real y la existencia se endulza con los detalles (que siempre, siempre, siempre son lo más importante)… y con amor (all you need is love), no amor de alguien o por alguien, sino llanamente amor (ese que simplemente “es”), la realidad se convierte en justo lo que no sabías que querías pero que es perfecta tal y como es. Y te sientes feliz con las cosas como son. Y puedes soñar más. Y el próximo shock no será tan doloroso, porque el cascarón del huevo ya se habrá roto por los pequeños golpes y sólo quedarás tú, sin el cascarón que te recluía y no te dejaba ver lo hermoso que hay afuera… así que al recibir golpecitos que amenazaban el mundo de adentro, necesariamente dolía. El dolor también es pasajero.
Cerré el Baba Cool (a las 12 como era mi obligación) y me quedé con Anna viendo al mar (su amante, no mío). El resplandor de la ciudad a nuestras espaldas permitía percibir apenas los verdes, azules y blancos que empapaban la orilla, más adelante: negros (no personas, colores). Al final, Anna se fue con una sonrisa no de esperanza, sino de algo más parecido a la fe (que todavía no acabo de entender bien lo qué es)… (la fe)… (bueno, y la sonrisa tampoco). Yo también me fui con la misma sonrisa… porque todo lo que hablé fue un engaño: no eran para ella mis palabras, sino para mí, pero sólo lo entendí hasta después… aunque ya había tenido esa sonrisa… lo que me hace pensar (muy complicado todo esto…) que hay dos que viven en mí: A, que siempre sabe y B, que se siempre se entera al final de todo. Confío en que A es sabia (o sabio) y quien elige el camino porque ya sabe lo que va a suceder, lo perfecto. Confío en que B tiene los oídos bien abiertos y los ojos igual.
Pero lo más asombroso que Anna me reveló fue que en Alemania el sol es mujer y la luna es hombre… nunca imaginé algo semejante.

viernes, julio 4

Así es el Baba Cool

Muy bien... acá hay unas fotos para que conozcan dónde trabajo:

Esta es la terraza. Justo en la playa. Por ahí ando corriendo con la charola llena en una mano y libros en otra (es en libros viejitos en donde se entrega la cuenta, en lugar de canastita o cualquier otra cosa). No se si alcanzan a ver las farolitas en las mesas con velitas que le dan un toque muy romántico a la noche playera.

Este es el local por dentro. Al fondo hay unas hamacas individuales, las ven? La verdad es que poca gente suele estar adentro, obvio es más lindo estar en la terraza viendo el mar.

Y esta es la barra. A la derecha está Fermín (Fermín ellos, ellos Fermín. Mucho gusto) con una caña en la mano para brindar por México. Al centro está Suso (Suso ellos, ellos Suso. Mucho gusto). No había hablado antes de él (no se por qué, se me pasó), pero Suso fue la priemra persona que conocí del trabajo (sin contar a Fermín). Él estaba en la barra cuando llegué con mi currículum. Es de Avión, un pueblo gallego (de donde es Facundo, el que facundeó [demasiado local como para explicarlo al que no sabe de qué hablo]... sólo como dato cultural), así que lo siento casi como familia. De vez en cuando nos soltamos alguna palabra en gallego y me divierto mucho con él. Hoy andaba yo medio sensible (qué raro) y le dije que lo quería... se sacó de onda, pero sonrió bonito y me dijo que él también... y yo sonreí bonito :D... qué bonito es sonreir. Ah!... la de la izquierda soy yo.

Los colores imposibles de Barcelona

La vista que tengo de fondo mientras voy de mesa en mesa bandeja en mano, inmortalizada por mi Nokia anaranjado (no, no tengo cámara). Qué privilegio... Y Lorenzo, penoso, escondido detrás de una nube (dice que no es nada fotogénico).

jueves, julio 3

Sin título

Increíble la relatividad del tiempo. Tan lento que sucede para el que espera y tan rápido para el que camina. Ya es tres de julio y mañana hará un mes que empecé este camino. Un camino que me trajo al mar, que con sal va curando mis heridas… que me pica y a penas puedo controlar las ganas de rascarme (porque me lastimo otra vez y tarda más en curar).
Tuve dos días de fiesta (así le dicen acá a los días descanso), martes y miércoles. El martes fui a Sitges, un pueblito muy cerca de Barcelona, todo blanco, lleno de tiendas bonitas y con una playa tranquila, de arena muy finita. Harto ambiente gesh. Estuve con Pau y una amiga suya, Angels (no estoy segura de que así se escriba, pero se pronuncia “Anyals” (catalán)) tomando el sol hasta que me puse bien tostada y tuve que esconderme debajo de la sombrilla (multicolor, by the way). El día se nos fue en eso y terminé agotada del sol. El miércoles (ayer), estuvimos sacando todos los triques que tenía Pau arrumbados en el que ahora es mi cuarto. Ya tiene mejor pinta. Ya tengo un espacio para mí. Ya saqué mis cosas de la maleta y puse incienso. Ya empieza a tener un olor más familiar. No es mi capilla, pero con las mejoras que vamos a hacerle, estoy segura de que va a quedar “molt bé” (muy bien, pues).
Ando muy reflexiva y filosófica… bueno, creo que siempre he sido así, pero como ahora hay menos variables, es decir, no tengo con quien platicar de mis cosas, cada pensamiento me lo voy guardando y lo voy rumiando (ajá, como vaca) una y otra vez. Y así me van cayendo veintes, cincuentas y euros. Me va quedando claro que mientras más variables, mas complicada es la ecuación… y más difícil todavía si las variables que no son la propia suelen tener más valor (que la propia). Se que llegará un momento en que pueda manejar todas las variables sin mayor conflicto, de forma inteligente y equilibrada, dándole a cada una su justo valor.
Me he dado cuenta también de que me gusta entregar todo, por más fugaz que sea la experiencia. Prefiero que me duela una vez que termina, que no sentir nada… que vivirlo superficialmente. Soy una intensa, ya lo se… pero me gusta pensar que mi vida ha sido así, super intensa. Que siempre he hecho todo con el corazón, y que si ha habido quien lo haya valorado y quien se haya aprovechado… al final no importa, porque la forma en que he vivido ha sido decisión mía. Es parte de mi personalidad melodramática. Viva la sobreactuación!!! Qué rico es reír fuerte, llorar fuerte, amar fuerte, agradecer fuerte, trabajar fuerte… Y si alguien me juzga inmadura… que agarre el volante de su coche porque va a chocar.

martes, julio 1

Fin de la inercia

El aburrimiento es cosa del pasado. Los días de inventarme cosas que hacer han sido reemplazados por días de jornadas laborales de (a veces) hasta 12 horas. Cargando, limpiando, atendiendo, cocinando, sirviendo… cómo es posible que todo cambie de forma tan inesperada tan radicalmente? Creo que es la primera vez en años que dejo de usar una computadora por más de 24 horas de forma involuntaria… y se siente tan bien…
La soledad me obliga a mirar hacia adentro y levantar los muebles para limpiar a fondo, no sólo por dónde se ve. Encuentro frases ensayadas, pensamientos repetitivos que me esforzaba por creer pero que realmente no comprendía… lo peor del caso es que mientras más conozco más desconozco… mientras más me veo menos me reconozco. Me he dado a la tarea de inventar una nueva persona para ser mí misma… no se bien como hacerlo… creo que lo primero que voy a intentar es dejar de verme en el espejo para olvidarme de “mí” o de quien creo que es “mí”… y es que estoy tan acostumbrada a verme a través de lo que comparo con los que no son “mí”, que en algún momento me perdí… y necesito encontrarme… verme con nuevos ojos, quitar las capas de la cebolla… limpiar debajo de los muebles… o más bien quitar los muebles… y quitar las marcas que dejaron los muebles después de tantos años… ¿Cómo me veré sin muebles?... quizás quede mucho espacio libre para remodelar y pintar todo de blanco… y tirar paredes y hacer puras ventanas, y poner cortinas blancas de nubes para que Quetzacoatl no lastime los ojos por la mañana.
Regreso cansada de sol y llena de rayos de luna por la noche a descansar. Finalmente tengo un colchón para mi sola, en un cuarto grande del departamento de Pau. Pau (en catalán, Pablo en español (pero en español no le gusta)) es mi… mmm… jota-e-efe-e… pero no le digan que le dije así porque me corre. Tenemos muchas cosas en común… terminamos cerrando el bar por las noches cantando Rent, je. Me consiente y me procura. Quién diría hace poco mas de una semana que iba a terminar viviendo con mi jefe y su perro (Fox, muy parecido a mi Banamex… con una cara de bueno…)?... está muy loco cómo cambia todo, de verdad.
En el bar todo bien. Entró también Fermín a trabajar al Baba Cool y lo pasamos bien, sólo que yo me histerizo bastante y él siempre trata de hacerme ver que las cosas pueden ser más relajadas… claro que tiene razón. Ya se manejar la cafetera, y ayer hasta una señora me dijo que cada vez que vaya al bar me va a pedir el café a mí porque me queda muy bueno, ja.
Me duermo ya… ardua tarea escribir en estas condiciones, pero quería pasar a saludar :)
Adeu (en catalán, “bay” en mexicano).