The past is a foreign country. They do things differently there.

lunes, julio 1

Radiaciones solares.

El verano vuelve un poco tonta a la gente, sobre todo en áreas cercanas al mar. La intensidad de las radiaciones solares, la humedad pegajosa o la aspiración por vía nasal de pequeñas partículas marinas (o bien, arena), son algunos de los elementos que se sospechan responsables.

La playa por fin comenzaba a ser transitable a eso de las nueve de la tarde. Y eso que es lunes. Se hubiera quedado disfrutando la holgura, pero el frío del atardecer la sacó de la playa y la invitó amablemente a contribuir a la transitabilidad de la misma. Caminó hacia su moto entre la marabunta de turistas que, indecisos, caminaban de un lado a otro, tratando de elegir el mejor chiringuito para tomar un cóctel con vistas al mar. ‘Turistas atontados’, pensó. ‘Demasiadas radiaciones solares’.

Había dejado la moto estacionada un poco lejos porque no había encontrado lugar. Y es que la playa, en cuanto el verano avisa que ya viene, se atasca hasta los bordes. Se tomó su tiempo. Guardó sus cosas súper relajada. ‘De verdad que la gente está mal. Deberían tomarse las cosas con más calma. La playa no se va a acabar’. Encendió la moto, cedió el paso a los peatones y se acercó al borde de la acera. No dejaban de pasar coches. Dejó fluir el río pacientemente, con la confianza de que el momento para pasar llegaría. Mientras tanto, contempló las nubes. ‘¡Qué imagen más bonita! El cielo azul profundo con nubes en tonalidades rosas y anaranjadas. Es un regalo poder QUÉ HIJO DE PUTA!’. Un tipo en un convertible deportivo va y se estaciona, con todo el morro, en el lugar reservado para discapacitados. ‘Pfff. Por eso estamos así. Seguro que es uno de esos en middle life crisis que se compra un convertible para ligar chavitas. De verdad que la gente...’. Finalmente consiguió salir del parking. Al pasar junto al convertible, que terminaba en ese momento la maniobra, le lanzó su mirada más condenadora (a penas visible a través del casco, por supuesto). ‘Te perdono por este error, simple humano inconsciente OH!... PERO...’. Un joven, que se adivinaba con movilidad reducida desde donde podía verlo, iba al volante del convertible ¡del middle life crisis man! O_o


Una más de “la gente”, una simple humana inconsciente a la que ya han afectado las radiaciones solares del recién llegado verano. ‘De verdad que estamos mal...’, aceleró riendo.


jueves, febrero 7

La decepción


que deja el enfrentarse a resultados completamente contrarios a los originalmente esperados, resulta en un estado de estupefacción crónica que impide retomar la marcha e iniciar nuevas acciones por las que esperar resultados. Y es que la espera condiciona a la decepción, porque contra todo pronóstico, los resultados obedecen más a la casualidad o a la suerte, que a la probabilidad matemática.

No obtengo el resultado esperado, porque, primero que nada, la expectativa me ayuda a construir un resultado mucho más grande y bello, en caso de que el resultado se espere optimista, o mucho más fatal, en caso de que se incline al pesimista. Además, para darle otra vuelta a la tuerca, suelo enunciar, mental y verbalmente, de forma contraria a lo que espero la expresión de lo que realmente anhelo, con la intención de jugar a la psicología inversa con el destino; pero el destino me da veinte vueltas y me planta delante (no lo que quiero, no lo que espero, no lo que enuncio inversamente a mi deseo) lo perfecto, el punto siguiente que conectará la linea que vengo trazando al resto del dibujo de mi vida. Y es así, no puedo ganar.

Resulta muy complicado relajarme y fluir, deslizarme por las olas de mi propio mar. Me esfuerzo por controlar las mareas y los vientos, en lugar de navegar y usar el viento a mi favor, moviendo la vela y el timón según me convenga.

Ansío dejarme llevar por la corriente, disfrutar de la brisa y el olor a sal, del sol que calienta mi piel amarillenta de frío solitario. Relajar mi mente, relajar mis nervios y cuidar mi corazón, porque lo que pienso es lo que siento. En la vida solo hay que proteger al corazón, y la única forma de hacerlo es pensando bonito. Pensar en cantos rodados, estrellas de mar, arena finita y blanca, helado de chocolate, palmeras en la playa, caracolitos de colores, mariposas azules y algodón de azúcar.