The past is a foreign country. They do things differently there.

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domingo, septiembre 11

El plan (a)divino 11/11

Una tostada con mantequilla en el plato y en la televisión una torre en llamas. Una última mordida y sale corriendo de la cocina a coger sus cosas porque se le hace tarde. No dedica demasiado espacio mental a la imagen de la torre. No reflexiona ni se cuestiona sobre lo que acaba de ver en la televisión. Tiene cosas mas importantes en la cabeza. Un examen, un proyecto en equipo. En el trayecto del estacionamiento a la oficina, escucha conversaciones a medias, palabras sueltas como avión, torres, dosmil. Caras de sorpresa guían su camino a la televisión mas cercana. En la pantalla, la imagen pixelada de una figura humana nada sobre un fondo de lineas blancas. Parece que lleva corbata. No entiende nada. Corte a dos torres paralelas y humeantes. Ahora comprende. Su cerebro integra en milésimas de segundo toda la información fraccionada. Llega a la oficina y se une a la audiencia televisiva que observa boquiabierta el final del segundo acto. La otra torre se desmaya, autodestruyéndose en caída libre. Después, un resumen interminable de la pieza completa. Imágenes sucesivas de una narración que no acaba nunca, al tiempo que él revisa en sus archivos mentales las caras de todas las personas que conoce y su posible relación con Nueva York. Evalúa la importancia personal del evento y la medida del impacto en la propia vida. A sobrevienta, entra ella en la oficina y dice -Vengo a despedirme...-- -¿Qué?--, pregunta el ahora público al unísono. -Sí, vengo a despedirme. Si es verdad todo en lo que yo creo, todo lo que es sagrado para mí, mañana ya no me contaré entre ustedes. Todo lo que esta sucediendo es parte del plan divino.-- Nadie articula palabra. Ella, entre lágrimas, abraza al público uno por uno. A él no se le ocurre decir otra cosa mas que -buen viaje--. Ella sale de la oficina. Todos los ojos acompañan a la figura cabizbaja hasta ser engullida por el ascensor al final del pasillo. Silencio. Una risita imprudente y entre todos rompen el silencio a carcajadas. En distintos planos, el avión se impacta una y otra vez contra la primera torre. Él apaga la televisión.

http://www.flickr.com/photos/ryandaddi/


-- Desde Armoise iPimpad
Ubicación:Sofá

sábado, septiembre 10

En busca del pan filosofal

http://www.flickr.com/photos/gawatt/
Leí hace poco en una revista alternativa-cool-mevalovintage de Barcelona que ir a comprar al Lidl está in. Para los que no tienen idea de lo que hablo, el Lidl es una cadena alemana de supermercados de descuento bastante exitosa por acá. No encontrarás marcas conocidas y es probable que no seas capaz de pronunciar lo que dicen la mayoría de las etiquetas si no eres alemán, pero en medio de ese mar de incomprensión aria, se encuentra una isla, entre verduras y congelados, llena de productos para el hogar a precios salvavidas. Da igual lo que ponga la etiqueta, la foto del empaque habla en todos los idiomas al mismo tiempo. Una vez que entras en esa isla no querrás volver. El tiempo se hará largo esperando los nuevos productos que habrán de llegar la próxima semana.

La primera vez que puse pie en esa isla paradisiaca fue hace dos años, y en este tiempo han entrado a casa una cantidad considerable de artículos 'para hacer mi vida mejor'... lámparas incandescentes solares para jardín, picadora manual de acero inoxidable y cuchilla para siempre filosa, porta especieros-porta rollo-porta todo de sujeción sin clavos, parrilla antiadherente con área especial para raclette... y así.

Me vi incapáz de madrugar el día que salió a la venta el iPad 2 en el Fnac, pero este lunes estuve, cómo no, puntual a las 09:15 en la puerta del Lidl (con otras por lo menos diez amas de casa -yo ama de casa, Jesucristo vencedor...-) para felizmente (arrebatar de las manos si fuese necesario) hacerme de una panificadora. No es que sea el único lugar en donde se pueda comprar una, pero es que el precio, compañeros y compañeras, recompensa. Llevaba meses esperándola y finalmente estaba aquí, en algún lugar detrás de la gran puerta. Cuando finalmente abrieron, entramos todas en fila india directas a la isla. Éramos como una línea de producción umpalumpa en la que cada miembro sabe a dónde dirigirse. Conservando cada una la distancia prudente. Paso firme y presuroso hacia una vida de pan fresco en la propia cocina, de alquímia panadera en la que el pan filosofal varía cada día entre semillas de girasol, yogurt y chispas de chocolate. El pasillo de las galletas se hacía eterno. Un ama de casa salió de la fila y tomó la delantera por el pasillo de las conservas. Mierda! Voy en cuarto lugar. Cómo sólo haya tres, me cago. Y de pronto, en el extremo norte de la ínsula, un monticulo de hermosas panificadoras negro-plateadas. Había suficiente para todas, pero aún así me le cerre a un ama de casa que pretendía rebasarme por los embutidos. Quién se cree que es? Que espere su turno. Y cada una, orgullosa, con la ambiciada panificadora en el carrito como premio, en fila india umpalumpa hacia el pasillo de las harinas. Un ama de casa no pudo contener la emoción y compartió en voz alta: Por fin! Llevaba dos años esperándola! Las demás sonreimos disimuladamente, tratando de ocultar la propia euforia. Insulsa barra de pan, nunca mas. Larga vida al pan de molde hecho en casa.

domingo, junio 12

Lacitos de colores

Hace unos días murió mi tío Ramón. Era hermano gemelo de mi abuelo. Los dos acababan de cumplir noventa años. Creo que en toda mi vida lo habré visto en total unas treinta veces, sin embargo, fue un personaje constante en conversaciones de sobremesa familiar, lo que lo hizo cercano a mí, no tanto de vista como de oído. Pero ya me ando desviando del tema, y no es de mi difunto tío (que Papadiós lo tenga con El) de quien quiero hablar (que tampoco tendría mucho que decir, mas allá de que me hubiera encantado conocerlo más) sino de lacito negro. ¿Que quién es lacito negro?. Tiene muchos perfiles de Facebook bajo diferentes nombres. Se ha apoderado de muchos de mis conocidos y no me permite ver sus bienaventuradas caras. ¿Qué pasa?. ¿Quién es?. ¿Qué busca?. No estoy de acuerdo, damas y caballeros. No estoy de acuerdo con que lacito negro tenga monopolizado mi news feed. Fuera lacito negro, que llora la muerte y la embadurna por todas partes para demostrar que le duele.

Qué hermoso es celebrar la vida, noventa añotes llenos de experiencias en ambos lados del charco. Celebro tu vida, tío Ramón, celebro las vidas de los que dejas atrás en esta carrera. Sonrío añorante ante tu partida, a ver si soy capaz de llegar hasta donde llegaste tu. Lacitos de colores en tu honor. Abrazos apretados a todos los que te extrañaremos.

jueves, febrero 24

Eres uno mas

Ok, vale. Saliste en la televisión, bien por ti. Ahora, no pretendas que por eso se cómo te llamas, porque la verdad es que es la primera vez que te veo. Entiendo que la televisión es el medio de comunicación masiva por excelencia, y sí, formo parte de la masa, sólo que no formo parte de la masa que ve la televisión. Aunque usted no lo crea. Sí, no veo la televisión, y ciertamente no veo reality shows. No es que tenga algo en contra de ellos, ni en contra de los que exponen sus vidas ahí, es sólo que no tengo ni una rayita de interés por sentarme a ver... bueno, lo que sale en esos programas.

Ubiquémonos compañeros. El tener la oportunidad de hacer lo que a uno le gusta, que resulta ser el sueño de casi todos los niños y del niño interior de casi todos los adultos, no te pone un escalón arriba de nadie. Te hace una persona afortunada, no una mejor persona, no una más valiosa persona. Que puedas mostrar tu talento o no talento a millones de personas no confirma que tienes lo que presumes. Lo más probable es que en cuestión de meses (o días) seas olvidado. ¿Dónde queda la humildad del inicio, cuando dabas lo que fuera por llegar a donde estas? Que lo que debía ser agradecimiento se convierta en mamonería es triste. Hay que mantener la perspectiva, la objetividad. Al fin y al cabo eres un@ mas de la masa que ve la televisión, sobre todo reality shows. No eres diferente.

imagen: http://www.flickr.com/photos/grrrrr123/

jueves, agosto 5

¿Eres Budista?

- No...

-¿Entonces por qué no quieres matar a la cucaracha?

Ya se, ya se. Voy a sonar super radical con esto, pero... es necesario ser budista para justificar el respeto a la vida? aunque sea una vida pequeñita? aunque no pueda evitar sentir repulsión ante esa vidita? No pretendo ser una santa ni mucho menos, pero antes no las mataba porque me daba asco y ahora simplemente me da compasión.

Estamos acostumbrados a matar a lo que nos estorba o incomoda. Se que hay grados y situaciones diferentes, pero todo puede empezar con una cucaracha. Si me estorba la araña o la cucaracha la mato. Si me estorba la serpiente que se metió a la terraza, la mato. A la rata que me da miedo, la mato. Al perro que se ve amenazador, lo mato. No, y además ya hay un chingo de perros en la calle, qué hacemos con ellos? Y la escala puede ir subiendo... son sólo distintos grados de una misma actitud. Me estorbas, me incomodas, me das miedo... te mato. No digo que no volveré a pisar un bicho, digo que si puedo evitarlo lo haré, porque puedo seguir viviendo con esa presencia aunque me incomode. Creo que es suficiente decir que mi conciencia no me lo permite. Y no practico ninguna religión.

miércoles, julio 7

Sabiduría a golpes

La última vez que me abrí la cabeza fue hace quince años. Bueno, la última última fue ayer, pero hace quince años realicé el que hubiera sido un perfecto mortal atrás, de no ser porque caí fuera de la piscina-alberca en lugar de dentro. Dicha diferencia -entre un perfecto y un defectuoso mortal- me regaló una buena cicatriz en lo más alto de la cabeza y una anécdota que narrar por el resto de mi vida.

La última última vez que me abrí la cabeza no fue tan simpática, dolorosa o profunda como la última, pero igual dejará cicatriz... y esta sí se va a ver. Ante la sentencia de la enfermera, mi impulso fue exclamar: en la cara no, soy actriz!, pero me contuve, a) porque se que no le iba a hacer gracia y b) porque soy bartender-actriz-desempleada-hasta-nuevo-aviso... o sea que no me afecta tanto tener la cicatriz. Además, he aprendido a amar las cicatrices. Básicamente son tatuajes. Son marcas de sabiduría, porque es a través de experimentar que nos hacemos sabios. El cuerpo está para usarlo. Claro que hay que cuidarlo, pero no exagerar y dejarlo estacionado para que no se raye.

Después de que se cayó la secadora -vivía encima de la lavadora, que de pronto le dio por bailar y la tiró. Llevaba tiempo ensayando... pfff, pero esa es otra historia...- llegó el de Mercadona con la compra del mes y estaba estresada por tantos eventos juntos. Atendí a Don Mercadona, regresé la secadora a su hogar y empecé a guardar la compra rápido porque tenía muchas cosas que hacer. No cabían tantas cajas de arena para gato -en este caso gata-, así que tomé la más vacía para rellenar el w.c. de Chispa. Justo cuando me giro para alcanzar el arenero, me doy en la frente con -lo que más tarde me daría cuenta que era- el techito del medidor del gas. Una hoja de metal en toda la frente. Aventé la arena y salí corriendo con las manos en la frente a tirarme en la cama. Cuando iba pasando el dolor, empecé a sentir que algo me escurría por la cara -y no eran lágrimas- y dije: ya valió m... Me puse histérica a correr por la casa, dando vueltas por el espejo para ver si era grave, pero me impresiono tanto con la sangre -tengo récord en desmayos- que no me atrevía a realmente ver. Miraba y corría, miraba y gritaba y corría... La historia desde ahí ya involucra demasiadas acciones y personajes que no vienen al caso detallar. Lo importante es que soy más sabia y llevo en la frente la prueba.

Ah! Gracias Zuri por cuidarme :) T'e.

viernes, junio 5

Y un año pasó. El boleto para octubre nunca se usó. Tres trabajos, dos pisos, mucha gente de todas partes, muchas desveladas, mucho tequila… Carcajadas, gritos de mariachi, lágrimas que saltan de alegría espontánea, lágrimas que no se atreven a salir de la tristeza. Mucha extrañación. Habilidades descubiertas, veintes caídos, sueños despierta, sueños dormida, sueños en proceso, nuevos sueños, sueños de siempre. Y sólo un año pasó… o y ya pasó un añote.

La balanza cae a los números positivos. La actitud es mucho mejor que al principio. Sigo aprendiendo un poco a trancazos y poniendo un poquito de esfuerzo extra para disfrutarlo todo (que, como dice mi madre, es mucho… y de cualquier forma siempre me va a faltar algo). Se que algo no funciona bien en mi cabeza, se también que a todos nos falla algo, así que no soy tan especial… o soy tan especial como cualquiera :) Me doy cuenta de que mi esfuerzo constante por definirme es un desperdicio, porque son tan volátiles… sólo son válidas en el momento en que salen de mis dedos o de mi boca… y ya está, ya cambié otra vez.

domingo, abril 19

Let the right one in

No me gustan las películas de miedo. Creo que ví demasiadas en mi algo enferma-de-ira pubertad, lo cual dejó secuelas por poco irreversibles en mis noches de insomnio. Así que prefiero saltármelas. Pero hoy, gracias a mi amigo Pep (el catalán, como yo le digo), primero comensal del Dos Trece y presentemente mi compañero de paseos por Gracia y películas en versión original, una de miedo forma parte de mis películas favoritas: Låt den rätte komma in.

sábado, marzo 7

Bizarro

La llave no abría. Una de dos: o tenía truco o no era la llave. Testarudamente opto por la primera (de cualquier forma no hay otra a la vista). En toda mi experiencia abriendo puertas he acumulado un montón de mañas: meter la llave despacito, decirle cosas bonitas, empujar la puerta justo al darle la vuelta a la llave, jalar la puerta justo al darle la vuelta a la llave… intenté todas, incluso improvisé… pero nada. Y es que finalmente no era la llave… tan fácil como eso. Una hora de mi vida… y no era la llave. Yo sabía que no era la llave y aún así seguí intentando. Podría haber estado cinco horas más y la puerta hubiera seguido ahí parada, muerta de risa. A lo que voy es que no importa cuánto trates de abrir la puerta si la llave que tienes en la mano no corresponde con la cerradura. Pero lo más chingón es que la puerta finalmente se abrirá porque alguien tiene la llave y necesariamente, tarde o temprano (seguro más temprano que tarde), tendrá que pasar por ahí, si no pa’qué tiene la llave? Estas de acuerdo?
Vuelvo al cielo. No los hay como en Barcelona. Un azul celestial. El contraste con la arena de la playa es como para ponerte a llorar. En la barra del Baba Cool, ¿por qué no?, Javier Bardem tomándose una botella de agua y Andrea un café con leche. La playa llena de gente con la chamarra puesta y gafas oscuras. El tímido sol apenas empieza a quitarse el abrigo.
Me monto en la bicicleta y pedaleo a ritmo de Regina Spektor, esquivando peatones en pleno paseo dominical (es sábado, pero decir “sabadal” o “sabadero” no ilustra tan bien la actitud peatonal del día). Agradezco los colores y digo: “no mames, qué colores!”, pero ni yo misma me escucho porque Regina me va cantando al oído.
La vida tiene un sentido del humor espectacular. ¿Cuándo aprenderemos a aflojarnos la corbata?. Nada es tan serio como parece. Nada. Si fuéramos capaces de aceptar el momento tal y como es, alcanzaríamos la perfección. Dejar de forzar la cerradura y estar alerta. Sonreír por lo que es y lo que no fue. Porque al final todo es perfecto como es. Porque la vida tiene colores maravillosos. Porque nada es lo que parece. Porque tardé sólo veinte minutos en llegar a casa y me reí de la broma.

viernes, marzo 6

Los caminos desaparecieron

Los primeros en darse cuenta fueron los de encima del lugar. Llevaban una semana sin resultados algo alentadores. La señora Amparo, a pesar de sus manos artríticas, había terminado con el filo de sus mejores herramientas, incluyendo la azada más nueva y el cuchillo de cocina que guarda en el cajón de lo filoso. Todos sus esfuerzos fueron malogrados.

Después de tanta lluvia, no había voluntad humana que lograra hacer retroceder a la maleza que se comía los caminos a grandes bocados. Cada hoja cortada, cada rama herida, volvía a brotar a las pocas horas con más impulso y frondosidad que antes. Ni siquiera se presentían los caminos detrás de tanta espina feroz que inundaba lo que antes conducía a las granjas, a la fuente o a la iglesia.

La noticia llegó con cierto desfase a los de en medio del lugar. Las vacas de la señora Herminda llevaban varias semanas sin querer salir de paseo por no mojarse las patas y yacían echadas perezosamente en la oscura cuadra, tiradas a la buena vida y espantándose las moscas. Cuando acabaron finalmente con la paja de reserva y no quedó mas remedio que buscarse el pan (o el pasto en este caso), no fueron capaces, con toda su sabiduría animal, de encontrar el camino a sus prados favoritos, porque la hierba mala lo había inundado todo.

Los del fondo del lugar, con tanto alboroto causado por la llegada de la única radio al pueblo, curiosamente la última entrega del cartero cuando aún habían caminos, no se enteraron de la emergencia hasta que no tuvieron más remedio. Don Luginio trató en balde, él solo, mientras los demás escuchaban las noticias de los problemas de cualquier otra parte, de librarse de la maraña espinosa cuando intentaba llegar a la fuente; pero cada paso cortado, cada metro limpiado, se convertía en por lo menos dos o tres de nueva espesura amenazante que le llegaba cuatro palmos arriba de la cabeza (y mira que el Señor Luginio es alto). Y así, los de arriba, los de en medio y los de abajo del lugar, se quedaron indiscutiblemente aislados del resto, de los de afuera del lugar.

Don David, del fondo del lugar número once, fue elegido alcalde, cabe decir que muy en contra de su voluntad, por ser el único que recibía noticias de afuera a través de su radio. Recaía en él tanta responsabilidad no deseada que, a la menor provocación, cambió su preciado artefacto vociferante por media docena de huevos que Doña Julia, de en medio del lugar número dieciseis, de muy buena gana, le ofreció a cambio del poder. “Mi reino por media docena de huevos”. Mas no habían pasado ni tres días cuando la insistencia de los vecinos porque se limpiara lo que solía ser el camino que llevaba al pozo, orilló a Doña Julia a ofrecer a la señora Herminda, de encima del lugar número veintitrés, el tan admirado radio rojo de bolsillo a cambio de no menos de dos litros de leche de sus vacas (antes perezosas y ahora hambrientas).

La señora Herminda, nueva alcaldesa y dueña de la única piedra de afilar existente en este desamparado pueblo (y ahora de la única radio también), pasaba los días afilando toda clase de artilugios a los que se pudiera sacar filo, no sólo cuchillos o tijeras, expresamente producidos para este fin, sino que hasta las cucharas, tenedores y agujas de tejer se enfrentaban valientemente a la mala hierba en manos de los resueltos vecinos. Con sus deberes de alcaldesa-afiladora y el cuidado de vacas convertido en mero pasatiempo, la señora Herminda se cansó de tanto compromiso sobre sus espaldas y ofreció su radio poderosa, junto con la piedra de afilar (que en menos de un mes había reducido su volumen a la mitad) y la alcaldía, a Don Pepe, de en medio del lugar número dos, a cambio de algo más de tres fardos de paja (lo que pudo conseguir).

El ayuntamiento siguió cambiando por lo menos cada tres días de lugar (o de calle), de arriba abajo y de abajo a arriba, siguiendo a la radio roja que de mano en mano aumentaba su valor, aún cuando con la sequía murió la mala hierba y montones de artificios de punta roma quedaron amontonados en las casas de arriba, de en medio y de abajo del lugar.

Cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia...

viernes, febrero 27

What's the matter with you, people?

The Universe must be planning great things... that's the only explanation. Too much time now. Why do I keep following the same pattern? What's the matter with you? What's the matter with me?

lunes, febrero 2

No hay dinero mejor ganado

ni mas limpiamente recibido que el que se queda en una mesa después de retirar los platos. ¿Cómo un billete o unas monedas pueden provocar tantos sentimientos lindos? El dinero se vuelve una expresión de agradecimiento. Me parece el uso más noble que puede dársele al cambio, después de pagar la cuenta. Quiero dejar propina siempre, quiero hacer sentir lo mismo que siento yo, quiero formar parte de una cadena de agradecimiento mundial a toda la gente que pasa ocho horas cumpliendo hasta los caprichos más exiquisitos con tal de que el cliente se quede contento. Lo mejor de todo es que nunca he buscado la propina... de hecho soy bastante patosa, ja. "Ahí vas!" o "tenía que ser Andrea"... típicas frases en la mesa porque siempre tiro algo. Pues soy igual de torpe mesereando... se me caen los cubiertos, se me escurre el vino... hasta a los clientes les dan ganas de ayudarme, jejeje... y encima me dejan propina!!??. Cada vez que la riego, sólo sonrío y me disculpo... "oups! sorry, I'm so clumsy..." y a la gente le hace tanta gracia! Bueno, hasta ahora nadie me ha puesto mala cara. Creo que la clave está en simplemente ser, en ponerte al mismo nivel y tratar de hacer sentir cómoda a la gente. Obvio depende del tipo de lugar, y afortunadamente en donde estoy no es un restaurante tan formal como para limpiarle la boca al comensal con una servilleta de tela (bendito dios). Creo que todo el mundo debería meserear por lo menos una vez para comprender lo que significa "servir", para darse cuenta de lo que sucede del otro lado de la bandeja. Es tan enriquecedor.
El punto de todo esto es que encuentras lo que no buscas, llega el beneficio cuando estas volteando pa' otro lado y los detalles lindos aparecen de la nada cuando haces el bien sin mirar a quien... y se siente taaaan bien.
Un aplauso para la comunidad de bandeja en mano y un jip jip urra al que inventó la propina!

domingo, enero 18

Aircraft safety instructions

En caso de despresurización de la cabina, primero debes ponerte tú la máscara y luego ayudar al prójimo más próximo. He podido constatar que este procedimiento es útil (por no sobreactuar y decir [escribir] vital) también fuera de los aviones.
En mis años de niña-niño aprendí no sólo a compartir, sino incluso a dar lo mejor al vecino. A comerme el pan de ayer y reservar para los invitados el de hoy (que al no haber invitados se convertiría en el de ayer al siguiente día [y finalmente me comería el pan de hoy... sólo que mañana... ¿?]). Ha resultado muy difícil a lo largo de esta tan curiosa vida mía sacudirme esa necesidad de complacer al que está al lado antes que a mí (la pobre, ja). Tras varios resorterazos en la frente, llega un momento en que la que maneja a Afrodita A (Sayaka Yumi [o en su caso, Kōji Kabuto a Mazinger Z]) pierde la paciencia y deja de pedir por favor, comienza a exigir el buen trato (ya merecido), el cuidado y la paciencia que han sido negados para un@ mism@ y regalados por toneladas a los demás. Si yo no me siento bien es imposible que pueda hacer sentir bien a nadie (o lo que es lo mismo: si no me amo no puedo dar amor [lo que doy tiene otros nombres y me engaño pensando que es amor… y doy "eso" sólo porque no se recibir... y no sabe recibir el soberbio... o sea que recibir es un acto de humildad... ¿?]). Vamos, que no puedo dar lo que no tengo, y ya está.
A paso de gallo gallina he ido tratando de enmendar lo que Armoise a tenido en falta la mayor parte de sus melancólicos días. Parece mentira que me haya tomado tanto tiempo darme cuenta, debería haber sido más inteligente… pero bueno, probablemente no sea cuestión de inteligencia sino de madurez (en el tercer piso todo tiene una perspectiva distinta, nada que ver con la inteligencia o el cúmulo de datos coleccionados durante décadas [no una ni dos]… así que debe ser madurez biológica). Hoy creo saber lo que Armoise necesita, lo que merece (Saint Germain!!!) y no aceptaré menos que eso para ella, porque es lo más importante que tengo… y ya estuvo bien de ignorarla… tan sólo es una niña (y le dan miedo los aviones).

lunes, enero 5

La ola decidió

La ola de seis metros decidió

No pidió permiso, simplemente tomó impulso y nado con todas sus fuerzas. La frenó el golpe. De lleno se estampo de boca contra la terraza, llevando mesas y sillas (y kilos y kilos de arena, además de litros y litros de agua) dentro del local. Decidió por mí terminar mis andanzas por el Baba Cool. Hasta aquí te trajo el río (o el mar, según el caso), dijo. Me veo obligada a extender mis vacaciones hasta que encuentre otro trabajo que ocupe mis días (o noches, quién sabe). No quedaron más de tres pasos de playa, parece zona de desastre, y hasta que no limpie el ayuntamiento tanto despapare y se reforme el local, no volverán abrirse esas puertas, mismas que metafóricamente siguen abiertas para mí si decido volver a trabajar ya en circunstancias más prosperas para todos.
Ahora no se bien qué hacer, no se qué tipo de trabajo quiero. Tal vez debería bajarme del ladrillo y no buscar lo que quiero, sino lo que haya, pero la verdad es que pa’ trabajar en algo que no me ilusione, mejor me tiro al paro (que no es lo mismo que a la bebida).
Los días por acá están muy fríos, yo no le se calcular muy bien al atuendo y a veces voy sudando y otras, la hipotermia amenaza, y la verdad es que no está Barcelona como para pasearla cargando ropa de más, así que un poco de frío sí aguanto (me hago lavados mentales pensando que así me mantendré joven). Pero bueno, nada que ver con el frío de Couzada, esas sí son “chingadeiras”.
Lo que le pido a los Santos Reyes: un trabajo que me guste, un buen sueldo para pagarme mis caprichos (clases de guitarra, yoga, cafecito en el centro…), una obra de teatro (en la que yo salga), unos ojos que me miren bonito y muchas sonrisas que me alcancen para todo el 2009.

martes, diciembre 30

Tu cielo


Llegas a tu cielo un viernes por la noche. Es una suerte tener un cielo particular al cual poder llegar sin tener que morir. Ahí todo es paz, una paz verde de día y groseramente estrellada por la noche. Lo único que se escucha es el agua de la fuente o de algún regato (iba a decir que lo único que se escucha es el silencio, pero me pareció poéticamente barato… aunque ciertamente sería acertado) rompiendo la afonía de Couzada. Un trozo de pasado transgredido por el mal gusto del que decide arreglar su vieja casita y remendarla con pedacitos de modernidad que nada pegan con la belleza de la austeridad de la piedra enmohecida. Menos habitantes que tus dedos y tan diferentes unos y otros como los mismos de tus manos. Todos con el pelo blanco, la nostalgia bien agarrada de sus piernas que caminan despacito (porque no ya hay prisa, no hay que llegar a ningún lado, ya están en el cielo), sabiduría del campo que se nota en sus grandes manos… tiernas manos, historias que se pelean entre ellas para salir primero de la garganta (la mayoría en referencia a ti cuando eras pequeño). Cuando hablas, tus palabras se deshacen en vapor para no lastimar el espeso silencio mágico. El frío encuentra su camino a través de tu ropa (su lugar favorito es el dedo gordo del pie) y tus zapatos. Un frío celestial que conserva todo justo como lo viste la última vez. Ese ruido cuando se abre la puerta de aluminio y arrastra el tapete de la entrada, el piso siempre ligeramente húmedo, el olor de la madera, el sonido hueco de tus pasos al subir pisando la alfombra de la escalera… sí, todo sigue ahí. Suspiras aliviado. Corres a la galería, te asomas por la ventana y compruebas que a casa dabaixo sigue de pie, viejita orgullosa vestida de blanco con sus ventanas enmarcadas en café, hundida en una bruma como de cuento. Debe ser magia.
O home do tempo prometió que haría buen tiempo, pero se equivocó. El tiempo no fue bueno, fue maravillosamente inesperado. El cielo nos dio los buenos días con pelusillas blancas flotando suavemente en el ambiente. No esperábamos ver nevar, la verdad es que a pesar de que hacía frío, no hacía tanto como para que nevara. Qué visión más hermosa. Qué mágico. Qué regalazo. Después de desayunar junto a la cocina de leña un Paladín bien caliente y pan con mermelada de moras de la abuela, nos pusimos en marcha rumbo a Currelo, el pueblo donde nació mi abuelo. El cielo se despejó y pudimos contemplar el valle desde las montañas, la típica vista de Couzada (típica para la familia Pérez) pequeñita desde lo alto de A Peneda Grande (típicos piquetes de toxos e xestas para subir a ella). Llegando a Currelo… no puede ser… empezó a nevar otra vez. Nos metimos entre la maleza para llegar a lo que queda de la casa del abuelo. Piedras cubiertas de musgo, completamente verdes; madera que aburrida de no ver a nadie se dejó caer; tejas rotas por el suelo cubierto de maleza (y tejas rotas); ramas que parecen nacer del centro, señalando en todas direcciones; pelusas blancas cayendo; yo tragando belleza a grandes bocados. Cualquier cosa que tocaba para sostenerme se rompía, así que preferí no sostenerme y confiar en que no me caería para no estropearlo todo. Corrimos, jugamos, bailamos, saltamos, reímos, nos congelamos y volvimos a entrar en calor con las historias que contaba mi mamá de cuando subía con las vacas desde Couzada hasta Currelo. Cimentamos sueños harto lindos y demasiado grandes para ser escritos. Lo verde se nos pegó a la ropa y el barro a los zapatos. Con el dedo gordo congelado regresamos al calor de la chimenea, a comer caldo, patatas en cachelos, chorizos y pan de ayer (porque el abuelo siempre esconde el de hoy).
Mi cielo es verde y estrellado, huele a leña y a humedad, suena a agua y a cencerro, definitivamente sabe a castaña, es frío por fuera y calido por dentro, está cubierto de musgo y hundido en el vapor suave de todo lo que se ha dicho. Qué suerte poder regresar una vez más. Qué bendición visitar el cielo y seguir viviendo, sabiendo que de una u otra forma, tarde o temprano volveré.

viernes, diciembre 26

La Princesa Quisquillosa de Macedonia

La bondad de la princesa Quisquillosa es bien conocida desde el viejo hasta el nuevo continente. Se dice que su corazón es tan grande que los pulmones y el hígado son de tamaño más bien reducido para caberle dentro, sutileza que la hace extremadamente sensible a las bebidas espiritosas. Apenas el licor cae en su copa real, la cabeza ya se le va a las nubes, uno de sus lugares favoritos, ya que ahí puede reírse a grandes carcajadas y verlas caer congeladas como copos de nieve vistiendo su reino de un blanco brillante que, a pesar de hacerlos tiritar, pinta una sonrisa en la cara de sus súbditos que va calentando el corazón de unos a otros.
Su gusto por la comida es bastante peculiar. Se hace traer, en un barco de tres mástiles, grandes ovillos de queso fresco desde un reino muy pero muy lejano (Las Indias, dicen los más entendidos), mismos que hace deshilachar por las damas más delicadas de la corte cada mañana para el desayuno. Por la tarde reúne a los más sobresalientes cocineros del palacio para que preparen grandes cantidades de una suculenta mezcolanza de chocolate y avellana que gusta de comer sola con pan de molde sin corteza.
Cada año hace reformas en su palacio ya que nunca está conforme. En la corte se le conoce como el Alcázar Inconcluso de Macedonia, que crece y decrece a voluntad de Quisquillosa según los ciclos lunares, que suelen repercutir lo justo en el temperamento tan delicado de la infanta de Macedonia.

Prometido a unha princesa galega

martes, diciembre 23

Previo a la Noche Buena

Galletas María, mantequilla, azúcar, leche, huevos y chocolate Chaparro. Eso es todo lo que se necesita para hacer el pastel más delicioso del mundo (no es que haya probado todos los pasteles del mundo, pero estoy segura de que ninguno podría entrarme por la boca y antes de caer en la barriga, pasar por el corazón). Justo en este momento se está llevando a cabo la creación de tan suculenta lambonada. Mi mamá y mi abuela tratan de imitar lo mejor posible a mi tía Lolita, la experta familiar en lo que a la tarta de galletas, mientras me reprochan el estar detrás de la computadora sin ayudar. Creo que esto es lo más tradicional en mi familia para la cena navideña. Me atrevería a asegurar que podría faltar el caldo de mariscos, la ensalada de manzana o incluso el mismísimo pavo, pero la tarta de galletas… no sería Navidad sin ella.
Vigo es una ciudad en la costa de Pontevedra, provincia de Galicia, en donde mis abuelos pasan los meses de más frío, porque en el pueblo, Couzada, fai un frío que pela. Esta es la primera vez en mi vida que paso aquí Navidad, y la verdad es que promete ser bastante especial. Sólo estaremos los abuelos, mi mamá, el Bicho, Ales, Manuel y yo… así o más extraño? Para mí es bizarrísimo, pero me ilusiona mucho. Las Navidades solían ser siempre iguales, siempre los mismos, la misma comida, la misma rutina, en el mismo lugar… (no es que me queje, siempre lo pasé bien… sobre todo cuando Vane y yo planeamos el embriague de nuestras madres…) así que esta resulta bastante novedosa y contribuye lo justo para recuperar el espíritu navideño que anduvo despistado todo el año.
Siendo sincera, no siento una gran paz… el amor sí está ahí, lo se, lo siento, pero la paz… esa me cuesta más. Parece como si mi ADN hubiera sufrido alguna extraña mutación que me imposibilitara para disfrutar lo que a la generalidad le resulta disfrutable. Esa maldita sensación de tener que estar siempre en otro sitio… de estarme perdiendo de algo más importante que mi presente… lo razono, lo comprendo, se que no hay nada más valioso que lo que estoy viviendo justo en este segundo… pero la impresión sigue ahí.
“Vendoo así, esto eh unha bomba… leva o demo de manteca” (lo siento, no se escribir bien gallego)… la dulce voz de mi abuela me saca de mi enmimismamiento y me trae de vuelta al olor de la tarta… un hermoso presente de mi presente para que me quede aquí.