The past is a foreign country. They do things differently there.
jueves, febrero 7
La decepción
jueves, diciembre 20
Adiós Mundo Cruel
domingo, junio 12
Lacitos de colores
domingo, abril 17
La ley del tres
sábado, marzo 12
Gracias en francés

martes, septiembre 7
Conmueve la vida
jueves, agosto 19
Devaneos de contraportada
La vuelta de la última página de Middlesex (de Jeffrey Eugenides) me ha puesto melancólica. En parte porque llevaba meses leyendo ávidamente e intuyo que atravesaré por un dolo -hasta la aparición de un nuevo libro en mis manos- echándolo en falta. Pero también porque me ha dejado en un mood nostálgico. Hoy recuerdo todos esos apresurados adioses, esos que traté de no dar importancia por el típico *odio decir adiós*. Las pérdidas que no lloré, las despedidas mirando al cielo, las palabras que me ahorré para que el corazón hiciera callo. También me llenan la cabeza momentos cotidianos que me hastiaban y que ahora se me vienen a los ojos mientras frunzo el ceño y trago saliva. Veo a mis hermanos de chiquitos, mis papás de jóvenes -más jóvenes-, y yo sonriente de vestido verde y rizos cortos, buscando monedas de bolo en el pasto. Veo todos los lugares en donde he vivido, todas mis habitaciones, todas mis ventanas... la pequeña que estaba encima de mi cama, en donde imaginaba que un vampiro me observaba justo antes de dormirme -y tenía pesadillas de un vampiro me observaba-; la grande que enmarcaba un árbol enorme y tenebroso que me recordaba a Poltergeist; la que daba al jardín-jungla de mi mamá; la que no daba a ninguna parte. Justo en este momento extraño tantas cosas a la vez. A nadie en particular, sólo las sensaciones de estar yo en esos lugares o situaciones. El estar viviéndolo. El tenerlo ahora. Siento como si hubiera vivido veinte vidas desde 1978. Siento que lo he perdido todo y vivo tratando de recordar si en verdad lo tuve, si viví todo lo que tengo en la cabeza, todas esas historias llenas de emoción que ahora vuelve sublimada. Y mientras recuerdo, las cosas que recordar se me acumulan al segundo de vivirlas. Extraño mi infancia, extraño odiar ponerme vestido y subirme a los árboles sin preocuparme si me voy a caer. Extraño no tener asco a los bichos. Extraño mi falta de vergüenza al hablar con extraños. Extraño mi valemadrismo y mi intrepidez. Mi sensibilidad inocente. Mi inocencia a secas. Me extraño viendo a mi mamá en bata regar el jardín. Me extraño escuchando a mi papá silbar en el coche. Me extraño yendo con Javier a la escuela en la pick up destartalada. Me extraño jugando con Ángel a sus extraordinarios juegos inventados, esos que duraban todo el día. Me extraño observando a David de chiquito lanzarse contra las paredes de nuestro cuarto gritando: mamá, Andrea me está pegando!. Y mientras más me rasco más me pica. Y las memorias salen de los archivos dejando un reguero de papeles en el escritorio de la vida en curso. Tengo que parar ya. Hoy el día está nublado. No tengo qué leer.
miércoles, julio 7
Sabiduría a golpes
jueves, agosto 13
Why mourn the cocoon when the butterfly has flown

Me veo ahora en el espejo y no me reconozco. El pelo tan largo y rizado. Las cejas depiladas y siempre peinadas. Los dientes derechitos, soldaditos que nunca niegan la sonrisa. De caminar femenino y siempre mirando el frente, nunca al suelo. Segura y resuelta. Amante de la perfectaimperfecciónperfecta. Feliz, feliz, feliz. Me salí de Andrea. La escuché, la comprendí, la cuidé y apapaché. Empecé a hablar en tercera persona casi sin darme cuenta. Al verme como alguien más empecé a amarme, porque siendo yo misma me resultaba imposible. En mi separación encontré mi integración.
lunes, junio 22
Si tu mente crea...
lunes, junio 8
Las Batallas en el Desierto
Lo leí en la pantalla, porque no fui capáz de bajar cuatro pisos para imprimirlo. Con la computadora en las piernas, meciéndome en la rojhamaca, con una vela violetransmutadora encendida y un nag champa, escuchando boleros y con el viento haciendome cosquillas en los pies. Viento travieso que se mete por la ventana sin pedir permiso.
Mágico momento de treinta y cinco páginas. Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual. Un día lo veré como la más remota prehistoria. Voy a conservarlo entero porque hoy me enamoré de Mariana. ¿Qué va a pasar? No pasará nada. Es imposible que algo suceda [...] Lo único que puede es enamorarse en secreto, en silencio, como yo de Mariana. Enamorarse sabiendo que todo está perdido y no hay ninguna esperanza. [Corte a: piel chinita]
lunes, mayo 4
La inminente llegada del verano, que viene arrastrando cada vez más turistas a Barcelona, me a impulsado a reubicar mi capilla más cerca del centro para poder maximizar mi tiempo, uno, y dos, evitar los largos regresos de pie en el nitbus, aguantando a esa raza permanentemente ebria y desmadrosa denominada “spring breaker”, cuando mi mayor deseo es llegar a la calma de mi cuarto después de los días tan largos en que el Sol se resiste a ir a la cama.
Me duele el estómago, el sueño huyó despavorido y siento nostalgia al pensar que una etapa mas termina. Me duele Pau.
jueves, abril 23

La leyenda dice que en Montblanc vivía un dragón muy malo que sólo era feliz comiendo gente. Si no le daban de comer se ponía tan enojado que lo rompía todo, así que entre todos los habitantes se hacía un sorteo para ver quién sería el desafortunado sacrificado en turno. Ocurrió un día que el papelito que sacó la mano santa fue el de la hija del rey y cuando el dragón se relamía los bigotes a punto de merendársela, llegó un forro de caballero con armadura reluciente, llamado Jordi (mi nombre es Jordi, Sant Jordi), y le clavó su espada (al dragón), terminando así con el dolor de cabeza del pueblo y la alta tasa de mortandad. Resultó que de la sangre del dragón nació un rosal, fruto del amor entre el caballero y la princesa, así que en Catalunya Sant Jordi es el santo de los enamorados y hoy se celebra su día en una gran fiesta de rosas y libros (las rosas por lo del rosal, los libros no lo se, pero es lindo).
Así que feliz Sant Jordi mis queridos y queridas. Que sus vidas estén llenas de amor, caballeros, princesas, flores y libros, ¿qué más hace falta?.
viernes, abril 10
Galletas Marías remojadas en Quick
Después de comerme una María más, reflexiono en los últimos dos meses. Una verdadera revolución. Sin quitarle mérito a ninguna estación de mi vida, me parece que ha sido una de las etapas de mayor concentración emocional, mental y desmadrosal de mi complejo existir. Todo lo vivido últimamente me ha hecho tan flexible que soy capaz comerme un yogurt después de la fecha de caducidad o dejar abierto un paquete de galletas y seguírmelo comiendo medio rancio días después (los que me conocen saben lo atípico que es eso en mí). Me pasé varios “yo nuncas”… (una galletita más)… por el arco del triunfo, conocí a más gente que en los dos últimos años (sí, le estoy echando un poco de chispa), nunca salí tanto de fiesta… difícilmente podría resumir mi etapa Dos Trece en un párrafo. Conocí a personas tan libres! Compañeros de trabajo que un abrir y cerrar de ojos rebasaron la barrera del compañerismo para dejar paso a una complicidad espontánea que crecía día a día. Amigos que me abrieron la puerta, que me apapacharon, que me hicieron sentir parte de algo, que me pintaron sonrisas, que me hacían cantar… De verdad que me lo pasé tan bien… Y bueno, hay ciclos que se terminan antes de lo que uno quisiera, pero definitivamente terminan en donde deben, aunque a veces duela. Hay que saber decir adiós con una sonrisa y agradecer lo vivido.
Ahora trabajo en el Princesa 23. Un restaurante bar muy requeteconocido en Barcelona. Mucho trabajo y nuevos compañeros por conocer. Hoy fue mi primer día y aún me siento fuera de lugar, pero dentro de poco seguramente estaré como pez en el agua.
Desde mi cumpleaños he estado pasando por una racha de altibajos emocionales. Tan voluble como los días en México. De la euforia paso a la tristeza para después tener un arranque de alegría porque voló la mosca. Soy una versión exaltada de mí misma. Un péndulo. Quisiera poder quedarme un poco en el centro, o por lo menos no oscilar tanto y tan violentamente. Ojala que pronto deje de llover y el Sol se anime a brillar con fuerza de una vez.