Hace unos días murió mi tío Ramón. Era hermano gemelo de mi abuelo. Los dos acababan de cumplir noventa años. Creo que en toda mi vida lo habré visto en total unas treinta veces, sin embargo, fue un personaje constante en conversaciones de sobremesa familiar, lo que lo hizo cercano a mí, no tanto de vista como de oído. Pero ya me ando desviando del tema, y no es de mi difunto tío (que Papadiós lo tenga con El) de quien quiero hablar (que tampoco tendría mucho que decir, mas allá de que me hubiera encantado conocerlo más) sino de lacito negro. ¿Que quién es lacito negro?. Tiene muchos perfiles de Facebook bajo diferentes nombres. Se ha apoderado de muchos de mis conocidos y no me permite ver sus bienaventuradas caras. ¿Qué pasa?. ¿Quién es?. ¿Qué busca?. No estoy de acuerdo, damas y caballeros. No estoy de acuerdo con que lacito negro tenga monopolizado mi news feed. Fuera lacito negro, que llora la muerte y la embadurna por todas partes para demostrar que le duele.
Qué hermoso es celebrar la vida, noventa añotes llenos de experiencias en ambos lados del charco. Celebro tu vida, tío Ramón, celebro las vidas de los que dejas atrás en esta carrera. Sonrío añorante ante tu partida, a ver si soy capaz de llegar hasta donde llegaste tu. Lacitos de colores en tu honor. Abrazos apretados a todos los que te extrañaremos.
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