Galletas María, mantequilla, azúcar, leche, huevos y chocolate Chaparro. Eso es todo lo que se necesita para hacer el pastel más delicioso del mundo (no es que haya probado todos los pasteles del mundo, pero estoy segura de que ninguno podría entrarme por la boca y antes de caer en la barriga, pasar por el corazón). Justo en este momento se está llevando a cabo la creación de tan suculenta lambonada. Mi mamá y mi abuela tratan de imitar lo mejor posible a mi tía Lolita, la experta familiar en lo que a la tarta de galletas, mientras me reprochan el estar detrás de la computadora sin ayudar. Creo que esto es lo más tradicional en mi familia para la cena navideña. Me atrevería a asegurar que podría faltar el caldo de mariscos, la ensalada de manzana o incluso el mismísimo pavo, pero la tarta de galletas… no sería Navidad sin ella.
Vigo es una ciudad en la costa de Pontevedra, provincia de Galicia, en donde mis abuelos pasan los meses de más frío, porque en el pueblo, Couzada, fai un frío que pela. Esta es la primera vez en mi vida que paso aquí Navidad, y la verdad es que promete ser bastante especial. Sólo estaremos los abuelos, mi mamá, el Bicho, Ales, Manuel y yo… así o más extraño? Para mí es bizarrísimo, pero me ilusiona mucho. Las Navidades solían ser siempre iguales, siempre los mismos, la misma comida, la misma rutina, en el mismo lugar… (no es que me queje, siempre lo pasé bien… sobre todo cuando Vane y yo planeamos el embriague de nuestras madres…) así que esta resulta bastante novedosa y contribuye lo justo para recuperar el espíritu navideño que anduvo despistado todo el año.
Siendo sincera, no siento una gran paz… el amor sí está ahí, lo se, lo siento, pero la paz… esa me cuesta más. Parece como si mi ADN hubiera sufrido alguna extraña mutación que me imposibilitara para disfrutar lo que a la generalidad le resulta disfrutable. Esa maldita sensación de tener que estar siempre en otro sitio… de estarme perdiendo de algo más importante que mi presente… lo razono, lo comprendo, se que no hay nada más valioso que lo que estoy viviendo justo en este segundo… pero la impresión sigue ahí.
“Vendoo así, esto eh unha bomba… leva o demo de manteca” (lo siento, no se escribir bien gallego)… la dulce voz de mi abuela me saca de mi enmimismamiento y me trae de vuelta al olor de la tarta… un hermoso presente de mi presente para que me quede aquí.
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