Creo que el nombre de mi blog debió haber sido otro. El tema es recurrente. Me olvido de ella durante el día, pero cuando despierto me doy cuenta de que sigue ahí. Aprovecha mis horas de sueño para echárseme de nuevo encima. Abro los ojos y pienso: “buenos días melancolía, todavía por aquí?”.
Leí que la Valentía no es vivir sin miedo o lanzarse de cabeza a realizar cualquier acto impulsivo sin medir las consecuencias. La Valentía es vivir la realidad, cruda, sin vestido ni pantalones. No es que pierda toda su belleza al vivirla de ese modo, sino que la belleza de la vida se vuelve tangible y dejas de vivir la perfección que vive sólo en tu cabeza, la que no es real. Me quito la ropa y dejo que la vida me vea también como soy, y entre las dos creamos una realidad digerible que tenga cosas bonitas y no tan bonitas (para poder valorarlo todo). Esa vida que tanto me enseña. Que me da todo el material didáctico para que estudie y que en las evaluaciones me mira pacientemente cometer el mismo error una y otra vez. Yo estudio, estudio mucho. Leo, hago ejercicios, resuelvo problemas. Repito que uno mas uno es igual a dos. Una y otra vez: “uno mas uno igual a dos, uno mas uno igual a dos… claro, uno mas uno igual a dos”. Y cuando viene el examen… 1.- Responda, de forma clara, las siguientes preguntas: A. ¿Cuánto es uno más uno?... y yo, bien segura de la respuesta, escribo tres… ¿Cómo aprobar el examen si siempre escribo TRES!!!???... maldición…
Por alguna razón que no comprendo, me empeño en jugar un juego bien conocido para mí, un juego que no se jugar y en el que siempre salgo perdiendo. Lo veo venir. Invento historias en mi mente, historias que repito una y otra vez hasta que me las creo… y así vivo en otro mundo, en la irrealidad de mi realidad, en mi cobardía. Hoy he decidido (otra vez) no jugar más ese juego y buscar otro más divertido, o por lo menos donde no pierda siempre. O tal vez simplemente debería aprender a jugar este estúpido juego y ganar de una vez por todas.
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