Fermín se fue a vivir con Camilo (otro amigo de la banda). Antes de visitar a Manuel en el Lekasbah (el bar en el que bartenderea) fuimos a llevar las maletas de Fermín al que será su hogar durante las próximas semanas (hasta que nos cambiemos al nuevo piso Manuel, Alex, Fermín y yo). Después de una larga travesía por metro, tren de cercanías y a patín con maletas a cuestas (de ida, de regreso en taxi y sin equipaje) llegamos finalmente al atasque del Lekaisbah, con una onda medio Hindú, música electrónica y mucho humo de cigarro. El bartender más guapo del lugar (mi primo, obvio) me sirvió, con harta destreza, un cocktail de su creación del que sólo pude distinguir fresa, pero qué sabor… ¡Jesús jarocho! Y bailé con mi Maskaroshka morada (el cocktail) en mano hasta que nos fuimos a visitar a Alex al Red (el bar rojo donde trabaja). Ya de camino iba yo caminando un poco chueco, porque como saben salgo bastante barata hablando de bebidas espiritosas, medio malcopeando por la extrañación de mis reuniones sin alcohol llenas de risas y sobreactuaciones. Por qué no, le pedí a Alex que me preparara otra Maskaroshka (digo, pa’comparar) y me vi bailando salsa bien prendida (sola) hasta que cerraron el lugar (como 20 minutos después de que llegamos, ja) por ahí de las 3 de la mañana. Después nos fuimos todos juntos, Manuel y yo filosofando, a un Jazz Club con música muy buena, pero en el que no aguantamos mucho porque estaba atascadísimo. Y así me dormí cuando Quetza-Lorenzo empezaba a despertar, que bien buena onda me dejó dormir hasta las 4 de la tarde!!!!!... chale… quién me viera.
Hoy desayuna-comimos una buena hamburguesa en un cafecito baratero sobre la Rambla. Paseamos por la zona de Passeig de Gràcia, una de las avenidas más importantes de Barcelona, que es algo más moderna y tiene muchas placitas lindas. Platicamos mucho, tomamos unos cafecitos en distintos lugares, conocí a una Andrea peruana (la mejor amiga de Manuel por el rumbo) y ya de noche decidí regresarme al depa porque no les veía muchas intenciones de volver any time soon. Un paseo bastante largo y con un aire marino soplando de frente que me congelaba las orejas. Caminé entre edificios hermosos y gente catalana (creo que en esta zona, mientras más cerca de la montaña me encuentre, viven más locales y menos extranjeros), y de pronto la vi, hermosa toda en verdes y azules. Observé cada detalle de su fachada y lo único que pude pensar fue: “sos divina…”. Casa Batlló es lo que más me gusta hasta ahora de Barcelona. Una casa remodelada por Gaudí en su más puro estilo, con balcones y ventanas caprichosos.
Con las orejas y la nariz a punto de nieve llegué al depa y me puse a ordenar un poco el cuarto ocupado por mis maletas. Vocalicé un ratote (hay que conservar en forma esas cuerdas por cualquier cosa que pueda pasar) y me puse a escribir a ritmo de Beatriz Luengo (tenías razón Ali, es toda yo… ¡me encantó!, mil gracias :*). Y mañana… a chambear en la Abichuela (así, sin H).
No he dejado de soñar...
1 comentario:
Siempre leo tu blog y quiero que lo sepas. Me siento un poquito mas cerquita de ti. Sorry que no te he podido llamar pero he andado en verdadera chinga por el tiatrocam. Te quiero muchisimo y te extraño más. Se siente muy sola esta casa sin tí. Besos
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