Buscando vencer la no inspiración, me decido a escribir lo primero que llega a mi cabeza. Mmm… hoy. Hoy me levanté temprano, como cada viernes, para ir a mi clase de catalán. Mi intención no es volverme una “native speaker”, como platicaba (o hablaba, porque en España no se platica) hoy con unos clientes, sino más bien comprender lo que escucho. Antes era incapaz siquiera de reconocer que ese idioma que no entendía era catalán. Después empecé a entender que cuando alguien con facha de español se acercaba y hablaba algo que no me sonaba a ningún idioma ligeramente identificable (dejemos a un lado el inglés… algo que sonara a alemán, italiano, francés o tan siquiera ruso o de por ahí), pensaba: catalán. Gracias a que vivo con un catalán cerrado que me hace partícipe de sus conversaciones con amigos y/o familia (y que le obsesiona un poco la idea de que yo logre hablar catalán), me he familiarizado bastante, al punto en que comprendo prácticamente todo. Nada de hablar de mí en catalán estando yo presente porque me entero, eh? Las clases vienen a rellenar esas lagunas que me quedan, sobre todo al escuchar fases cortas (que no me dan oportunidad a comprender el sentido de lo que se dice). Así que eso va bien. De hecho hoy me dijeron unos compañeritos del salón que tengo muy buena pronunciación, je. Creo que mas bien actúo. Pienso cómo lo diría Pau y ya me sale dos tres. Es la ventaja de convivir con “native speakers”.
Los clientes con los que… conversaba... del catalán, eran unos gringos que venían de Nueva York. Me hablaban de Broadway y de una camarera que conocieron en un restaurante al que eran asiduos y que finalmente había logrado un papel en una obra… de mesera, ja. Yo les decía que estaba trabajando en el bar porque no podía considerarme realmente una actriz si no había mesereando. Y nos reímos. Nos reímos de los que piensan que España es flamenco y toros, porque seguro no han pisado Catalunya. Nos reímos de los que piensan que México se resume en sombreros y tequila. Agradecieron haber llegado al Baba Cool para descansar de tanto paseo y comer una tortilla de patatas tan rica (siempre digo que el secreto es amor… ya sea un buen mojito o unas patatas bravas). Dejaron buena propina (los gringos siempre lo hacen [oh my God! this is so amaaaazing... I've never been to the Mediterranean and it's so gorgeous...] todo les encanta).
A la playa bajan sólo los valientes que no le tienen miedo al frío. Se llevan los mejores cielos de recompensa a su valor. Un mar pintado de rosa. Un sol de otoño que bosteza y se va temprano a la cama, no sin antes dar las buenas noches llenando de un brillo mágico las nubes. Yo soy la observadora, desde la barra con un buen libro y un te caliente (porque yo no soy tan valiente), esperando que entre alguien que me haga salir el amor de las manos. Rinde mucho el día levantándose temprano.
La inspiración aparece, sólo es cuestión de ponerse manos a la obra... que es lo más difícil.
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