Salieron del restaurante.
-¿Piensas lo mismo que yo, Al?
-Depende. Si estas pensando que esos vivos irán corriendo a advertirle al sueco, entonces sí.
Pasaron bajo la luz del farol frente al restaurante Henry y cruzaron la calle. La oscuridad cubrió sus pasos cuando los dos hombres entraron en el callejón.
-¿Qué están haciendo ahora?- preguntó Max.
-Hablan. El primer vivo señala a la calle.
-Seguro que van a buscarlo ahora mismo.
-Apaga ese cigarrillo Max, que el vivo de la cocina va a salir del restaurante.
-Pero acabo de encenderlo…
Nick pasaba bajo los árboles iluminados por el farol cuando el cigarro de Max caía al suelo en el callejón. Los hombres lo seguían sin perderlo de vista, veinte pasos atrás. Caminaban, uno por el centro de la calzada y los otros dos por la acera, ocultándose detrás de cualquier cosa, árbol o tronco.
-El vivo subió a la acera.
-Esperemos aquí, no debemos estar lejos. Qué suerte que en este pueblo haya tan pocos faroles.
-Summit es un lugar oscuro, Al.
-Si tuviera que esconderme, también vendría aquí. Parece un pueblo tranquilo.
Max encendió un cigarrillo y aspiró el humo. -Nunca viviría en un lugar en donde se come a las seis de la tarde y sólo hay agua para beber.
La luz de la cerilla dibujaba un círculo que sólo reflejaba sus rostros redondos y anaranjados.
-Entró en la tercera casa- dijo Al.
-Esos vivos son tan predecibles…
-¡Apaga ese maldito cigarrillo!
-¡Con un demonio!- maldijo Max - no nos hemos cruzado con una sola persona desde que salimos del maldito restaurante. ¿Quién nos va a ver?.
De un solo y rápido movimiento, Al arrebató el cigarrillo de la boca de Max arrojándolo al suelo. -Shhh… se ha encendido una luz en el segundo piso.
-¿Y qué vamos a hacer? ¿Registrar todo el segundo piso pistola en mano?
-No listillo, tocaremos a la puerta y amablemente preguntaremos si está Ole Anderson. Vamos, parece que alguien sale- ordenó Al.
Los asesinos caminaron por la callejuela en dirección a la tercera casa.
En honor a Ernie.
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