Mahabup cruza el río de puntitas. Sabe que es inútil, la cinta en su bolsillo se mojará de cualquier forma. El agua le llega al ombligo. Tiene esa cinta desde hace mucho tiempo. Dos años. Ahora tiene trece.
-¡Vamos, par de maricas! Muevan esas piernas. Argmf…- , grita el soldado de la cicatriz desde la orilla.
-¡Voy tan rápido como pue…- y un fuerte golpe en la cabeza lo hunde antes de decir el do.
Ve las piernas del soldado que no tiene cicatriz, ve las piernas de su primo Bazzy, ve sus propias piernas enfundadas en pantalones de camuflaje, ve su propia arma en el fondo apuntándolo amenazante. Logra alcanzarla justo en el momento en que una mano lo saca a la superficie jalándolo de la camisa.
-¡Habla sólo cuando se te ordena que hables!-, dice la mano sin cicatriz –¿¡¿Entendido?!?-.
Mahabup asiente sosteniéndole la mirada. Aguantándose el dolor, no se soba la cabeza. Es un hombre limba. Comprueba que la cinta continúa en su bolsillo, alza su arma con las dos manos por encima de los hombros y retoma el camino a través de la corriente, plantando los pies con firmeza en el fondo del río.
Jalándolo del arma, el soldado de la cicatriz saca del río a Mahabup apenas pone un pie en la orilla. El soldado de la mano sana empuja a Bazzy fuera del agua. Los primos se miran con complicidad una milésima de segundo. Mahabup empuja al agua al soldado de la cicatriz con todas sus fuerzas cuando ayudaba al soldado sano a salir, en tanto Bazzy lanza las armas al río.
-¡Váis a morir! ¡Habéis firmado vuestra sentencia de muerte, maricas!-, vocifera el soldado marcado tratando de salir del río.
Bazzy dice con voz entrecortada: -Debí conservar una de las armas por si esos miserables nos persiguen-. –Si nos alcanzan, de nada servirá tu arma. Nos van a matar- y Mahabup aumenta la velocidad tanto como le permite su ropa mojada.
A cada paso, Mahabup entra más profundo en la selva de sus pensamientos sin dejar de correr. Una meditación en movimientos mecánicos a gran velocidad. Viene a su mente su madre, llevando el agua fresca en el jarrón de barro. Sus hermanos asando la carne después de la caza. Todo queda muchos kilómetros atrás. ¿Será posible que esta sea la oportunidad que tanto esperaba?. Podría correr sin parar hasta Freetown y en menos de dos días estaría ahí, frente al Atlántico. Robaría un reproductor portátil y practicaría con su cinta en el cuarto de máquinas de algún barco en dirección a América. Sería polizonte y escribiría un rap sobre su huida de la guerra y los diamantes. -I gotta make it to heaven, fuck going through hell. Gotta make it to heaven, gotta make it to heaven.- rapea Mahabup.
Bazzy siente a su primo decir algo, pero no alcanza a escucharlo. Corre tras él con todas sus fuerzas. Los pulmones le queman. Sus lágrimas se pierden en la selva. No sabe dónde está, no sabe a dónde se dirige. Piensa en su madre, esperándolo con la cena servida para dos. Ve que algo cae del bolsillo de su primo, pero no le da importancia.
Mahabup sigue corriendo. -Gotta make it to heaven-.
Bazzy piensa en la cena.
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